Una de las situaciones que a menudo lleva a la ansiedad o la depresión es cuando uno no es autosuficiente y debe recurrir a la generosidad de terceros para subsistir. Cuando esto ocurre, nos sentimos afectados en nuestra dignidad y autoestima.

¿Cómo hacer para que la aparente inferioridad en la que nos encontramos en estas situaciones de necesidad no se interprete —tanto por los demás como (lo más importante) por uno mismo— como una verdadera inferioridad, cosa que muy fácilmente puede desembocar en episodios de ansiedad o depresión?

En la lectura de esta semana, Terumá1 , encontramos una posible llave.

La lectura abre con el tema de la recaudación de fondos para construir el Mishkán —el Tabernáculo— en el desierto. Comienza con una orden que Di-s le da a Moshé, una orden un tanto llamativa: “Habla a los israelitas, y que tomen una contribución para Mí. Que tomen la contribución para Mí de cada hombre cuyo corazón lo impulse a dar”.

Llama la atención el hecho que Di-s le dice a Moshé que diga a los judíos que habrán de tomar una contribución; no dice, como supondría el sentido común, que habrán de darla. ¿No sería más lógico pedir que den una donación en vez de pedir que la reciban?

Encontramos sobre este punto muchas explicaciones y enseñanzas propuestas por los diversos comentaristas. Comparto aquí una que es relevante al tema que estamos tratando hoy: la ansiedad y la depresión como consecuencia de percibirnos en situación de dependencia.

Como introducción al tema citaré el comentario de Rashi sobre el versículo. Sobre las palabras “Que tomen una contribución para Mí”, Rashí comenta: “‘Para Mí’: en aras de Mi nombre”. A simple vista, lo que Rashi quiere aclarar es el motivo por el que Di-s necesitaría una donación, ya que ¿acaso al Todopoderoso le falta algo? Por eso explica que la idea no es que Di-s necesita bienes materiales, sino que la donación es recibido en aras de servirlo por medio de su uso para la construcción del Tabernáculo.

Con esta precisión de Rashi podemos ayudar al que se siente en situación de inferioridad ante la necesidad de recurrir a terceros de la siguiente manera:

Di-s define lo que cada ser humano —tanto el rico como el pobre— necesita, y de qué manera le llegará su sustento. Él podría haber creado el mundo de tal manera que cada persona reciba su sustento sin tener que recurrir a nadie. Sería un mundo maravilloso, pero le faltaría algo importante: la bondad y la generosidad. Si nadie necesitara nada de nadie, ¿cómo sería posible que haya generosidad?

Para resolver ese desafío, Di-s impuso en el mundo un sistema que podríamos denominar “administración”. Los recursos de cada uno están, pero a veces deben llegar por medio de un tercero. En otras palabras: cuando necesitas algo y recurres a un tercero para obtenerlo, no te sientas menos por no merecer más de lo que tienes y depender del favor de otro; lo que el otro te va a dar es tuyo. Es solo que Di-s decidió mandártelo por medio de ese “administrador” específico, y esto, por razones que solo Él sabe.

Imagínate que estás actuando en una obra de teatro y te toca jugar el papel de “pobre” en vez de “rico”, ¿te deprimirías por eso? Lo importante no es tanto el rol que te toca como la manera en que ejecutas tu papel para ayudar a que el guión se ejecute como corresponde.

Cuentan de un tal Shloime que un día empezó a trabajar como chofer de ómnibus. Al terminar la primera jornada de trabajo y entregar la recaudación del día, vio que sus compañeros entregaban mucho más dinero que él. Cuando esa escena se repitió al día siguiente y al próximo, preguntó a un colega cómo era que generaba tanto más que él haciendo lo mismo, manejando un ómnibus.

—¿Cuál ruta cubrís? —preguntó.

—La 121 —respondió.

—Pues yo cubro la 163…

Al día siguiente, Shloime llega con una recaudación histórica.

—¿Cómo hiciste? —preguntó el encargado—. ¡Recaudaste tres veces más de lo que suelen recaudar en esa ruta!

—Es muy sencillo —respondió Shloime—. Vi que no rinde esa ruta que me dieron, así que cambié por la ruta 163. ¡Veo que tuve razón!

—¡Idiota! —dijo el encargado—. La empresa no te contrató para generar más dinero; ¡te contratamos para cubrir esa ruta!

—Tomen la contribución para Mí —dice Di-s—. Cuando te toca recurrir a un tercero para recibir, no veas esto como un defecto tuyo, sino como un diseño Mío. Lo que te toca recibir es por Mi necesidad de que recibas lo tuyo de esa manera; no lo es por tu necesidad o incompetencia.

En consecuencia, la herramienta de la semana es la siguiente:

Cualquiera sea el papel específico que el “Guionista” te haya adjudicado, lo que importa es que lo ejecutes de la mejor manera, con alegría y orgullo.

Basado en Likutei Sijot, vol. 3, pp. 908–910