Los textos bíblicos contienen estructuras multidimensionales, empezando por las cuatro dimensiones de interpretación más conocidas de Peshat, Rémez, Derush, Sod y la quinta-esencia: Jasidut. En cada dimensión uno puede encontrar una infinidad de aristas; de hecho el estudio de la Torá consiste no sólo en aprender lo ya descubierto sino de aportar algo que hasta ahora quizás haya pasado desapercibido. Es una tarea sin fin. Pero, antes de entrar a analizar niveles avanzados y más sofisticados en cuanto a los que el texto quiere y puede decir es menester entender qué es lo que está diciendo en el sentido más básico, el nivel conocido como Peshat o Peshutó shel mikrá.
Ahora, no es tarea fácil discernir el Peshat de un texto bíblico. Muchas veces hay información que para el ojo no entrenado parece faltar, aunque para el ojo experimentado es más que evidente. Un buen ejemplo para entender esa dinámica es el juego de Sudoku. Hay que llenar las cuadrillas con los números faltantes. Si faltara un solo número resultaría bastante evidente darse cuenta cuál es. El gran desafío está cuando faltan muchos números y la solución no es tan evidente. Claro está que el grado de dificultad depende de la capacidad y la experiencia del que lo mira. El Master verá la solución enseguida y te podrá dar algunos elementos como para poder resolver el resto. Quizás las pistas tan obvias para él seguirán siendo insuficientes para otros de menor capacitación y ahí hace falta que venga otro Master para mostrarte cómo resolver el tema en base a la información que el primer Master proporcionó.
En cuanto a los textos bíblicos, el primer Master fue Rashi, quien en su comentario se atiene siempre al nivel de Peshat de los textos. Todo lo que Rashi trae en su comentario es para ayudarnos a entender qué es lo que el texto está diciendo, por qué dice lo que dice y por qué no dice lo que no dice. Su objetivo no es interpretar los textos sino ayudarnos a entenderlos.
Pero, para la mayoría de nosotros, las sutilezas de los comentarios de Rashi sobre los textos bíblicos nos eluden. Tenemos la gran fortuna de que vino el segundo Master que a partir del año 1964, el año de duelo por su madre, Rebetzin Jana Schneerson, A”H, empezó a arrojar luz sobre este mundo fascinante de Pirush Rashi en forma sistemática. El Rebe nos introdujo a ese mundo con analizar cada Shabat ante el público que participaba del Farbrenguen semanal, el comentario de Rashi sobre el primer y último versículo de la lectura bíblica de esa semana. Al cumplirse el año, el Rebe seleccionaría un versículo de la Parashá con comentario de Rashi para analizarlo cada vez que hubo un Farbrénguen en Shabat. A lo largo de los años identificó y articuló todo un sistema sofísticado con cientas de reglas en cuanto a lo que puede y no puede entrar dentro del criterio de “Peshat”. Se ve que la simpleza no es tan sencillo.
No hace falta ser creyente para gozar del desafío intelectual y lógico que cada abordaje del Rebe sobre el comentario de Rashi nos presenta; hace falta ser —o creerse— inteligente y estar dispuesto a que la inteligencia sea desafiada.
(El Akshn que resiste inclusive una propuesta de esta naturaleza me hace recordar del postulante a un cargo de contador que al enterarse de que se trataba de un puesto en una exportadora de productos lácteos, dice: perdón, no puedo aceptar el trabajo; tengo intolerancia a la lactosa…)
A mi entender, esta propuesta es una herramienta muy eficaz para poder romper la barrera que impide que el judío laico llegue a tener y disfrutar un contacto con los textos bíblicos.
De acuerdo a los grandes maestros jasídicos, dentro de la sofisticada simpleza del comentario de Rashi se halla también una dimensión “vitivinícola” —o sea sod, secreta— del texto. Por medio de una cabal comprensión del comentario de Rashi uno puede lograr arrojar luz no solo sobre los textos, sino también sobre otras dimensiones de la Torá, la vida y sus desafíos. Por lo general, luego de explicar lo que el texto está diciendo el Rebe pasa a compartir algunas de las cosas más amplias de lo que el texto quiere decir en forma implícita además de lo que está diciendo explícitamente.
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