Dos de los nombres judíos más conocidos son Abraham y Sara, de hecho son los nombres de los progenitores del pueblo judío.
Pero no siempre fue así. Antes de llamarse Abraham y Sara se llamaban Avram y Sarai.
Quizás serían detalles insignificantes si no fuera por el hecho de que Di-s mismo les cambió los nombres, cosa que fue documentado en la Torá. ¿Qué relevancia tiene esto para nosotros en nuestras vidas?
En la lectura de esta semana, Lej Lejá1 , leemos com o Di-s le dice a nuestro primer patriarca2 : “Ya no será más Avram tu nombre. Tu nombre será Avraham pues padre de una multitud de naciones [av hamón] te he hecho.”
Rashi cita las palabras “pues padre de una multitud de naciones” y dice: “Es el compuesto de su nombre. Y la [letra] Reish que contenía originalmente era por ser padre únicamente de Aram que era su lugar. Y ahora al ser padre de todo el mundo, la [letra] Reish que tenía originalmente no se movió de su lugar. Inclusive la [letra] Iud de Sarai se quejó ante la Shejiná hasta que la agregó al nombre de Iehoshúa como está escrito3 : ‘y Moshé lo llamó a Iehoshúa bin Nun Iehoshúa’.”
A primera vista se entiende del comentario de Rashi que lo que quiere explicar es la razón por la permanencia de la letra Reish en el nuevo nombre de Avraham, ya que parece no cumplir función. Si el nuevo nombre que Di-s le dio viene a ser un compuesto de las palabras Av Hamón (padre de una multitud), ¿no debería llamarse Avham en vez de Avraham?
Rashi explica que para evitar quejas por parte de la letra Reish al ser removida del nombre de un justo de la talla de Avraham —como ocurrió con la letra Iud del nombre Sarai al cambiarse a Sara— la dejaron en su lugar.
Pero no se entiende:
- El ejemplo que trae Rashi de la letra Iud del nombre Sarai que fue suplantada por la letra Hei y agregada al nombre Hoshea para transformarlo en Iehoshua, comprueba lo contrario, que efectivamente se puede resolver el problema al agregar la letra removida a otro nombre y ¡no necesariamente hace falta mantenerla en su lugar original!
- Rashi dice “inclusive la letra Iud del nombre Sarai”, implicando que tenía menos argumento que la letra Reish del nombre de Avram (y aun así fue tomado en serio y resuelto). ¿Por qué habría una diferencia entre la justificación de sus argumentos, si el motivo de queja era el mismo: haber sido sacado del nombre de un Tzadik?
Explicación:
El objetivo de Rashi en su comentario aquí no es explicar los significados de los variantes de los nombres, sino la composición del nombre nuevo, Avraham. Es ahí donde surge la pregunta: ¿qué función cumple la letra Reish en un nombre cuya implicancia es ”padre de una multitud de naciones” (Av hamón), y por lo tanto hubiese correspondido que se llamara Avham y no Avraham?
Rashi explica que dado que la letra Resh en el nombre Avram implicaba “Av Aram”, padre de su lugar natal Aram, al cambiarse el nombre, la implicación era un aumento de su estatus anterior y no una negación del mismo. Aram seguía estando bajo su influencia y por lo tanto la Resh que la representaba “no se movía de su lugar”.
No era así el caso de la letra Iud en el nombre de Sarai al cambiarse a Sara. Fue suplantada porque lo que implicaba el nombre con la letra Iud ya no tenía vigencia al cambiarse a un nombre con la letra Hei.
Sarai (con Iud) significa mi princesa, mientras que Sara (con Hei) significa princesa en general. Es por eso que la letra Iud, presente en el nombre que le dio su padre Harán, no tenía lugar en ese nuevo nombre y estatus que Di-s le estaba otorgando.
La dimensión mística:
De acuerdo a las enseñanzas jasídicas4 , Avram significa Av Ram, “padre elevado”, o sea: intelecto5 que trasciende toda comprensión. El nivel intelectual de Avraham trascendía el de todos los demás. Al transformarse en “Av hamón Goim”, padre de una multitud de naciones, implicando acercarse y “bajarse” al nivel de las multitudes, uno podría pensar que esto implicaba un descenso de su nivel personal tan elevado. La permanencia de la letra Reish —de la palabra ram, “elevado”— implica que a pesar de su ocupación con educar y hablar en el idioma de las masas, no perdió su nivel elevado, sino todo lo contrario: logró transmitir los niveles más altos de comprensión intelectual a aquellos que sin él nunca hubiesen podido acceder.
La enseñanza práctica:
A los tres patriarcas, Avraham, Isaac y Jacob los llamamos nuestros padres —y no abuelos— porque todos heredamos sus características espirituales como si fueran nuestros padres. Todos heredamos la capacidad de ser como Avraham “Av hamón”, de influir en el mundo entero. Hay que recordar, no obstante, que “la Resh de ‘Aram’, que era su lugar [original], no se corrió de su lugar”. Antes que nada uno tiene la obligación de influir en su lugar y ambiente y recién después expandir su influencia al mundo entero.
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