En la ocupada vida que tienen los padres que trabajan, la cantidad de tiempo que pasamos con nuestros hijos o nuestras esposas es muy limitado. "¿Cómo puedo hacer que mi tiempo con él sea una experiencia placentera para mi hijo de 14 años?" Me preguntó un preocupado padre. "Cuando tenía cinco años, su rostro brillaba y una gran sonrisa aparecía en su cara cuando yo entraba a su cuarto. Ahora, a los 14 años su rostro también brilla y sonríe de oreja a oreja —no cuando entro a su cuarto, sino cuando salgo. ¿Qué debo hacer?"

"¿Cómo pasa ese tiempo limitado que tiene con él?" Pregunté. Su respuesta fue "Hago una experiencia educativa. Le digo que estoy descontento con el desorden en su cuarto. También discuto mi insatisfacción con su corte de cabello, como así también con sus modales, y si queda tiempo también trato de educarlo diciéndole cuan malos son algunos de sus amigos y cuan molesto me siento que los haya elegido como amigos. Mi hijo se siente bastante molesto con esas discusiones, pero siento que como padre es mi deber educarlo".

Le expliqué al preocupado padre que lo que está haciendo no es educación, sino crítica destructiva, que crea un distanciamiento entre él y su hijo.

Algunos adolescentes salen del cuarto o de la casa, cuando sus padres están ahí para evitar las críticas. Se ha creado un ancla, el hablar con los padres es igual a críticas, lo que significa malos sentimientos. Y parte de nuestros instintos naturales es alejarnos de cosas que nos dañan.

Cuando encontramos a determinadas personas o vamos a determinados lugares donde tuvimos malas experiencias, caminar por ese lugar, o hablar con esa persona, a menudo pone en funcionamiento ese ancla negativo y crea malos sentimientos —aunque no se genere ahora nada negativo.

Como padres debemos asegurarnos que creamos anclas positivas en las mentes de nuestros hijos. Eso hará que pasen más tiempo en el hogar con nosotros, en lugar de buscar otras personas y otros lugares.

Si pasan mucho tiempo positivo con su hijo, pueden afrontar el pasar parte de ese tiempo corrigiendo su comportamiento. Sin embargo, en casos en que sólo hay una limitada cantidad de tiempo, asegúrense que sea una experiencia placentera, que cree un ancla positiva.

Qué hacer en el caso de que desgraciadamente ya se ha creado un ancla negativo. Un enfoque es realizar una dieta de limpieza de siete días. En esos siete días no tenemos permitido decir ni una palabra de crítica a nuestro hijo. En realidad, no sólo no debemos decirla, sino que ni debemos sentirla, porque a veces el lenguaje de nuestro cuerpo habla más alto que las palabras. El punto es concentrarse en las cosas buenas que tiene el hijo, y todo hijo tiene algunas cosas buenas en las que concentrarse.

Si vemos al niño sentado en el piso viendo un video con sus pies en alto, podemos sentarnos en el piso junto a él, entrar a su mundo, gracias a Di-s tiene ojos saludables con los cuales mirar el video, busquen algo bueno para elogiarle, hablen de temas que le interesen, pídanle su opinión, háganle ver que él cuenta.

Los siete días deben ser consecutivos para que la dieta funcione. Si durante los siete días hemos cometido un desliz y quebrado la dieta diciendo o haciendo algo negativo, debemos comenzar a contar nuevamente los siete días. Esperanzadamente, podemos así reemplazar el ancla negativo con uno positivo y podremos retornar a lo que era —o sea ver a nuestro hijo sonriendo radiantemente cuando entramos a su cuarto ¡y no cuando salimos!

Pruébelo — ¡Funciona!