El hombre es libre de escoger entre el bien y el mal y su elección tiene consecuencias importantes para todo el mundo. En Rosh Hashaná, una persona no es únicamente juzgada por el Cielo, sino también por sí misma. El resultado de ese juicio de sí mismo debe ser la resolución de cumplir mejor su objetivo, perfeccionándose él y el mundo entero.

Uno no debe cuestionar su capacidad para influenciar el mundo. Para nuestro horror, vemos que en los tiempos modernos la tecnología le da al hombre tremendas capacidades destructivas.

Si una persona puede manejar tal poder para el mal, entonces ciertamente existe el mismo poder para el bien. Además, cuando una persona escoge el bien y busca cumplir su verdadera misión, recibe asistencia Divina. Puede influenciar el mundo de manera tal que “Todo lo que has hecho sabrá que Tú lo has creado, y todo el que tenga la respiración de la vida en su nariz declarará que Hashem, el D-os de Israel, es el Rey, y Su Reinado tiene dominio sobre todo.”

 

(Likutei Sijot, vol. 9, p. 416)