Entre los tantos líderes comunitarios y políticos que vinieron a ver al Rebe buscando su consejo, había un senador del estado de Nueva York. Había concertado una entrevista privada con el Rebe. Cuando terminó el encuentro, después de haber estado más de una hora con él, salió entusiasmado. “Hasta hoy no sabía qué hombre extraordinario es vuestro Rabino”, le dijo al Rabino Leibl Groner, uno de los secretarios del Rebe.

El senador le contó que se había acercado buscando la opinión del Rebe con respecto a determinados temas que tenían que ver con la comunidad judía. Después de haber ofrecido su parecer con respecto a esos asuntos, el Rebe le preguntó si le podía pedir un favor.

“Y”, siguió contando el senador, “pensé para mis adentros: ‘acá viene el pedido. Igual que todos los demás, está buscando el pago por su consejo”.

“Pero, ¿qué fue lo que me pidió el Rebe? ”

“Me dijo: ‘En Chinatown (barrio en Nueva York cuya población se compone primordialmente de inmigrantes de origen chino), hay una comunidad que está creciendo. Son personas tranquilas, sumamente trabajadoras y respetuosas de las leyes. El tipo de ciudadanos que la mayoría de los países apreciarían mucho. Pero, como los norteamericanos son tan extrovertidos y los chinos, por naturaleza, tan reservados, muy a menudo no son tenidos en cuenta en los programas de asistencia gubernamentales. Como senador del estado de Nueva York, me permito sugerirle que se ocupe de sus necesidades”.¨

“Quedé abrumado. El Rebe tiene una comunidad de miles en Nueva York así como instituciones en todo el estado que se podrían beneficiar del apoyo gubernamental. Yo estaba en una posición que me podía permitir asegurar el apoyo económico para ellos, pero no fue eso lo que me pidió el Rebe. Estaba preocupado por Chinatown. No creo que el Rebe haya puesto un pie allí, pero estoy seguro que la mayoría de las personas de Chinatown ni siquiera saben quién es el Rebe. Aún así, se siente responsable por ellos. ¡Eso es lo que llamo un verdadero líder!”