Escuché esta historia de boca del secretario del Lubavitcher Rebe, Rabi Leibl Groner.

Una mujer de la comunidad de Jabad de Brooklyn, fue interceptada por un policía de tránsito debido a una infracción. Cuando la mujer se detuvo a un costado, y abrió su billetera para sacar su licencia de conducir, el agente vio que en ella estaba la foto del Rebe.

"Discúlpeme, señora" dijo el oficial, "¿es usted una de las discípulas de este Rebe?"

"Si" respondió la mujer.

"Bueno, en este caso no le haré la boleta. ¿Sabe por qué? Pues a este Rebe le debo un gran favor. Él realizó un gran milagro para mí".

"Ya que no me multará, tengo tiempo de escuchar su historia" dijo la dama.

El policía sonrió y le confesó que ella era la primera persona judía a quién relataba su historia:

"Yo solía ser parte de la escolta policial que acompañaba al Rebe al Cementerio Montefiore (donde descansa el Rebe Anterior, y actualmente también el Rebe). Así conocí a algunos de los jóvenes que lo acompañaban y aprendí muchas cosas. Ellos eran muy cordiales, y hablábamos mucho mientras el Rebe rezaba allí.

Un día noté que los muchachos hablaban con mucha excitación. Les pregunté qué pasaba y me respondieron que el Rebe ayudaba a las personas y se producían grandes milagros por sus rezos. Les pregunté si también ayudaba a los no judíos. Ellos me contaron que el Rebe asistía a todas las personas. Les relaté que mi esposa y yo estábamos casados ya nueve años y aún no teníamos hijos. Y la semana anterior los médicos nos dijeron que jamás podríamos engendrar hijos propios. Ya habíamos gastado mucho dinero en tratamientos, recorrimos decenas de consultorios durante los últimos siete años. Estábamos desesperados. Mi esposa lloraba todo el día. Los muchachos me recomendaron que la próxima vez, me parara delante del Rebe y le solicitara una bendición. ¡Y así lo hice! Me acerqué y le conté mi problema. El Rebe me pidió que escribiera el nombre de mi esposa y el de sus padres y el mío y el de los míos y rezaría por nosotros. Apenas si pude lograrlo porque mis manos temblaban terriblemente. Mi esposa quedó embarazada y a los 9 meses dio luz a un varón. Los médicos no podían creerlo, y cuando les contaba acerca de la bendición del Rebe, se rascaban la cabeza. Pero esto no termina aquí. ¿Sabe usted qué nombre le hemos dado? Su nombre es Mendel, como el Rebe. Al principio mi esposa deseaba ponerle un nombre americano, pero yo me opuse. Lo llamaríamos Mendel, y así en todo momento recordaríamos al Rabino que nos dio la bendición. Sin embargo, nuestros padres se opusieron terminantemente. Ellos objetaban que si nuestro hijo tuviese un nombre judío, sería perseguido por ello. ¿Para qué hacer sufrir al niño? Yo les respondí que cuando mi hijo viniese a casa llorando pues lo golpearon por su nombre judío, le enseñaría que debe aprender a no comportarse de esta forma. Tus amigos odian a los judíos sin razón, pero tú debes amar a los judíos, ayudarlos. Debes contarles que sin la ayuda de un Rabino judío llamado Mendel, tú no estarías aquí, y quizás así ellos comenzarán a pensar distinto también.