“Un tiempo para callar y un tiempo para hablar.”

(Eclesiastés 3:7)

El regalo más importante que podemos dar a nuestros hijos es la autoestima.

Una y otra vez, las investigaciones han demostrado que los niños que tienen una auto-imagen positiva pueden salir al mundo y conquistarlo. Pero, si un niño tiene todos los conocimientos y carece de auto-estima y confianza en su propia capacidad, entonces no saldrá adelante.

A continuación señalamos tres maneras de estimular la moral y auto-estima de tu hijo (o, de hecho, la de un adulto):

1. Un tiempo de hablar

Cuando los padres se dan cuenta que han cometido un error, lo mejor que pueden hacer es acercarse al niño y decirle: “Te pido me perdones por lo que he hecho o lo que he dicho”.

Un adolescente me contó que en una oportunidad, le había demostrado a su padre que el no era merecedor del castigo que le había sido impuesto. El padre, en lugar de decirle: “Estoy arrepentido por haberte castigado injustamente”, le dijo: “Bueno, estoy seguro que en el pasado debes haber cometido alguna falta por la cual no te castigué, de manera que esta penitencia es por dicha acción”. El joven dijo que se había sentido humillado y despreciable.

Cuando nos equivocamos y le decimos a nuestro hijo que “estamos apenados”, entre otras cosas lograremos que:

a) El niño sienta mayor respeto por sus padres. Se dará cuenta que sus padres son lo suficientemente fuertes y que ellos mismos tienen tanta auto-estima como para poder admitir que han cometido un error. Esto hará que tenga más confianza en sus padres.

b) El niño aprenderá que “si mis padres pueden decir que “lamentan lo sucedido”, yo también puedo hacerlo. No tengo que buscar una excusa o alguna manera de salir de una situación penosa.”

c) Y, lo más importante de todo, fomentaremos la auto-estima del niño. Sentirá que él no es simplemente un objeto, sino una auténtica persona, con verdaderos sentimientos y que, cuando alguien lo maltrata, le dirá “lamento lo sucedido”.

2. Un tiempo de callar

“Mientras vivas bajo mi techo, te comportarás como yo lo digo“. Esta enunciación hace que el niño reciba el mensaje que él es un visitante pasajero en la vida de sus padres, que no es realmente importante, cuando en realidad, un hijo es un residente permanente en nuestras vidas. Cuando nos convertimos en padres, lo somos para siempre. En un matrimonio puede haber un divorcio, en una sociedad comercial una separación, pero una vez que lleguemos a ser padres, estaremos influyendo para siempre en la vida de nuestros hijos. Muchas veces nos encontramos con personas de 60 o 70 años de edad que siguen hablando de lo que sus padres hicieron o no hicieron por ellos, y de que manera los padres influyeron en sus vidas.

Es conocida la anécdota de una señora de 70 años que le dice a su amiga: “Mi hijo de 45 años gasta U$S 200 por semana para honrarme”. Como la amiga no entendía lo que le quería decir, la señora le aclaró: “Lo gasta en la consulta de un psiquiatra, hablando exclusivamente de mí”.

Una costumbre positiva en el cuidado de los niños es decirle a tu hijo: “Tú eres parte de mí, todo lo que tenemos nos pertenece a todos nosotros, incluso tú. Somos afortunados y hemos sido bendecidos por tenerte en nuestras vidas“. Esta frase, trasmitida con frecuencia, envía un mensaje muy fuerte con respecto a la importancia del niño,  y hará que aumente su auto-estima.

3. Un tiempo para permanecer en silencio

He escuchado a algunos adolescentes decir: “Mis padres no me conocen realmente, ellos piensan que todavía tengo 8 años. No se dan cuenta de lo mucho que cambié, que he crecido”. A menudo hay algo de verdad en este comentario. La manera de abordar esta situación, es tomarse periódicamente el tiempo para escuchar activamente lo que el hijo está  exteriorizando (o lo que no está expresando).

Si el niño ha pasado por una experiencia difícil en el colegio o con sus pares, lo único que realmente necesita es que lo escuchen; no quiere recibir un consejo, sino simplemente sentir que  él es tan importante para sus padres, que ellos van a dejar todo lo que estén haciendo y se concentrarán por entero en lo que está experimentando. Hay pruebas muy contundentes que muestran que los niños que sienten que sus padres los escuchan crecen con una auto-estima mucho mayor.

En resumen, hay tres incentivos para la auto-estima:

Cuando hemos cometido un error, deberíamos decir “lo lamento”.

No deberíamos decir “Mientras vivas bajo mi techo, harás las cosas a mi manera”.

A veces debemos quedarnos callados y simplemente escuchar.