Dos ofrendas: agua y vino
Nuestros Sabios indican que "aquel que no ha visto la celebración de Simjat Beit HaShoevah nunca ha visto felicidad en su vida." Esto se refiere a la celebración que acompañaba la libación del agua, la ofrenda del agua en el Beit HaMikdash en Sucot. Durante esta celebración única, los Sabios "danzaban... con antorchas encendidas, con canciones y alabanzas, y los levitas tocaban arpas y liras, címbalos y trompetas, y un sinfín de otros instrumentos musicales."

En muchos sentidos, la ofrenda del agua era paralela a la ofrenda del vino que acompañaba tanto a los sacrificios diarios como a los sacrificios adicionales de Musaf que tenían lugar en las festividades. De hecho, la única alusión de la Torá a la ofrenda del agua aparece en su descripción de la ofrenda del vino. Sin embargo, ninguna celebración especial marcaba las ofrendas del vino, aunque sea el vino el que figura de manera prominente en la alegría de tantas ocasiones festivas. Paradójicamente, la mayor expresión de alegría del pueblo judío estaba asociada con la ofrenda del agua, y no con el vino.

Felicidad limitada e ilimitada
Basados en el principio de que debemos darle las gracias a D-os por todo el placer que experimentamos en este mundo, nuestros Sabios establecieron las bendiciones que se recitan antes de comer o dormir. Los Sabios indicaron la situación única del vino, al grado que da placer, componiendo una bendición especial para éste: boreh pri hagefen. En contraste, no veían el agua, que no tiene sabor, como algo que pudiese inducir al placer lo suficiente como para merecer una bendición; únicamente cuando una persona bebe agua para mitigar su sed se requiere una bendición.

El vino y el agua representan diferentes aproximaciones a nuestro servicio de D-os. La palabra en hebreo taam tiene dos significados, "gusto" y "razón". Gusto y razón se relacionan porque la comprensión de una idea intelectual produce una satisfacción palpable, no tan diferente del placer derivado al degustar buena comida.

Debido a que el vino es de sabor placentero, ha llegado a simbolizar la clase de servicio Divino que es sazonado con el entendimiento. El agua, que no tiene sabor y es simple, simboliza kabalat ol, la aceptación del yugo del cielo - un compromiso simple de cumplir la voluntad de D-os, la comprenda uno o no.

En general, nos place cumplir una mitzvá que comprendemos, porque nos permite apreciar el efecto positivo producido por nuestros esfuerzos. Por la misma razón, cuando no comprendemos las razones para una mitzvá, nos sentimos menos satisfechos. Aunque estamos dispuestos a obedecer la voluntad de D-os en todo momento, usualmente no derivamos tanto placer de mitzvot que requieren nuestra aceptación sin preguntas.

Hay momentos, sin embargo, cuando la modalidad de kabalat ol genera una satisfacción más profunda y que llena más que la que es experimentada con un servicio racional de D-os. Cuando estamos "sedientos", cuando deseamos unirnos con D-os de una manera que trasciende el ámbito limitado de nuestros pensamientos y sentimientos, derivamos placer del "agua", de kabalat ol.

A este nivel de compromiso, el placer de cumplir las mitzvot por medio de kabalat ol supera la satisfacción del cumplimiento racional, ya que la felicidad producida a través de nuestra comprensión es, por definición, limitada en proporción a nuestra comprensión. Entre más amplio sea nuestro conocimiento, más grande el placer que recibimos; cuando nuestro conocimiento es limitado, así también lo es nuestro placer.

En contraste, el compromiso de kabalat ol que es el resultado de la "sed" produce una felicidad que no conoce límites. Al hacer un compromiso más allá del ámbito de nuestro entendimiento, nos conectamos con las dimensiones infinitas de la Divinidad. Esto trae una alegría que superar totalmente nuestro potencial humano.

Como continuación de los Días de Reverencia
En este contexto, Sucot y la ofrenda del agua pueden ser vistos como una etapa en el servicio divino progresivo iniciado en Rosh Hashaná. En Rosh Hashaná y Iom Kipur aceptamos la soberanía de D-os y nos volvemos a Él en sincera teshuvá. Estos días nos retan a penetrar hasta nuestro centro y despiertan dentro de nosotros una "sed" de entrar en una relación profunda y comprensiva con D-os. Esta "sed" es satisfecha por medio del servicio de kabalat ol que es simbolizado por medio de la ofrenda del agua.

Las celebraciones de Sucot son un resultado de esa penetración en el alma que tiene lugar en Rosh Hashaná y Iom Kipur. Debido a que despertamos un compromiso con D-os que es ilimitado, nuestras celebraciones tampoco tienen límite.

Una relación eterna
Tanto la ofrenda de vino como la del agua deben ser traídas durante el día. Sin embargo, aunque la ofrenda del vino en la noche fue así invalidada, esta restricción no se aplicó del todo a la ofrenda del agua; la cual era aceptable hasta de noche.

El día y la noche son metáforas clásicas de los estados de revelación y encubrimiento en nuestro servicio divino. Un compromiso racional, el cual es simbolizado por la ofrenda del vino, es relevante únicamente "durante el día," cuando uno está consciente de la Divinidad. Ya que un compromiso racional fluctúa con el grado variable del entendimiento de cada persona, se debilita cuando nuestra conciencia decae. Un compromiso basado en kabalat ol, en contraste, resiste todas las estaciones y no se debilita, ni siquiera cuando nuestro entendimiento es débil.

Fusión de ambas modalidades
El significado único de la ofrenda del agua no disminuye la importancia de la ofrenda del vino; ambas son requeridas en el Beit HaMikdash. De manera similar, en la esfera personal, cada modalidad de servicio divino complementa la otra. Aunque la base de nuestro servicio de D-os debe ser kabbalat ol, ese compromiso simple y sobre lo racional es mejorado e intensificado por una relación consciente con D-os.

Un compromiso con D-os que existe más allá de los límites de nuestro entendimiento no es suficiente. Para que nuestra relación con D-os sea completa, debe ser interiorizada hasta que penetre e involucre a todas nuestras facultades - y eso incluye nuestras mentes.

La clave de la felicidad
Sucot es "el tiempo de nuestro regocijo," una celebración de una semana que incluye un ciclo entero de tiempo e influencia todas las semanas siguientes, infundiendo alegría y placer a todo aspecto de nuestro servicio de D-os.

Aunque el Beit HaMikdash fue destruido, podemos experimentar - por lo menos hasta cierto grado - la felicidad de Simjat Beit HaShoevah al conmemorar la ofrenda del agua con celebraciones durante toda la festividad de Sucot. La participación en estas celebraciones genera el potencial para nosotros de "ver felicidad" durante el año que viene.

Esta felicidad también incluirá las últimas celebraciones de la Era de la Redención. En ese momento, el servicio de sacrificio será renovado y con corazones gozosos, traeremos tanto las ofrendas del agua como del vino en el Beit HaMikdash. Que esto tenga lugar en el futuro inmediato.