"Ya estamos todas aquí" exclamó la octava luminaria en cuanto Iaakov quedó solo con la Menorá de Janucá, ya que sus hermanos y hermanas se habían ido a jugar otra vez al dreidl —la perinola.

"Esta es la última noche que pasaremos contigo. Pronto tendremos que despedirnos hasta "encontrarnos de nuevo el año que viene.

"¿Sabes que no fue mera casualidad el que Janucá sucediera el 25 de Kislev? No preciso decirte que nada ocurre por accidente, sino que la mano Divina lo conduce todo... "

"El vigésimo quinto día del mes de Kislev cobró importancia por vez primera ya más de mil años antes del "Milagro de Janucá".

"Fue en esa fecha cuando se concluyó el edificio del Mishkán en el desierto, escasamente nueve meses después del Éxodo de Egipto, acaecido en el año 2448 (1312 antes de la E.C.).

"Sin embargo, en esa época, Di-s postergó la consagración del Mishkán hasta el primer día del mes de Nisán". "'Di-s no escatima la recompensa de ninguna criatura' dicen nuestros sabios. Así, Di-s prometió al día vigésimo quinto de Kislev que eventualmente tendría su bien merecida recompensa".

"Cuando el rey Salomón terminó de construir el Gran Templo de Jerusalén (en el año 2935 —825 "antes de la E. C.), su consagración tuvo lugar en Sucot, y el día 25 de Kislev fue dejado de lado".

"Al fin le llegó su recompensa, cuando Iehudá Makabi consagró al Templo que había sido profanado por el malvado Antíoco, y el 25 de Kislev se convirtió en un aniversario inolvidable".

"Confía en que Di-s recompensa adecuadamente, así como castiga las malas acciones" Al cabo de una corta pausa, la Luminaria de Janucá continuó. "Durante los últimos años hemos tenido una tarea muy difícil. Nuestro pueblo ha sufrido inenarrables miserias y dolor viéndose compelido a ofrendar incontables sacrificios humanos, santificando el Nombre de Di-s".

"Ha sido la más tenebrosa de las noches para nuestro pueblo. En medio de la oscuridad, nosotras, las pequeñas luminarias de Janucá, hemos esparcido un rayo de esperanza, anunciando el amanecer de un nuevo día, más claro que nunca".

"Recuerda a Rabí Akiva y sus amigos, cuando visitaron las ruinas del Santo Templo. Todos lloraban, menos él".

"'Si las palabras de castigo con las que nos amonestaron nuestros profetas se hicieron realidad, cuánto más lo serán sus palabras de aliento, sus promesas de supervivencia y de victoria final' dijo Rabí Akiva a sus amigos, quienes enjugaron sus lágrimas y le contestaron: 'Akiva, nos has "reconfortado'".

"Sí, hijo mío" prosiguió la octava luminaria "puedes confiar en que Di-s no escatima la "recompensa de ninguna criatura, y nuestro pueblo será recompensado generosamente. "Las palabras de nuestro profeta Ieshaiahu —Isaías — seguramente se cumplirán. Seremos 'la luz "de las naciones' e iluminadas por ella, las naciones del mundo vivirán en paz, armonía y felicidad". Pues éstas son sus palabras proféticas:

"'Pues he aquí que las sombras cubrirán a la tierra y densas tinieblas a las naciones; mas Di-s, "cual sol, irradiará Su luz sobre ti, y en ti será vista Su gloria. Y las naciones vendrán a tu luz, y "reyes a tu naciente resplandor' (Isaías, 60:2, 3)".

"Bueno" dijeron a coro todas las luminarias de Janucá "esperamos que hayas disfrutado de nuestros relatos y charlas y hayas aprendido mucho de ellas. Por espacio de más de dos mil años, nosotras, las minúsculas lucecitas de Janucá, hemos venido, año tras año, trayendo relatos de valentía y sacrificios por la causa de la Torá. ¿No crees que seamos tan viejas, no es cierto? Pero nunca envejecemos. Somos eternas y también lo es nuestro mensaje. Hemos encendido muchas luces en corazones judíos y hemos iluminado muchos hogares judíos".

"Gracias, queridas lucecitas de Janucá" contestó Iaakov, con gratitud. "Siempre he de recordar vuestros maravillosos cuentos. ¡Quisiera ser como esos valientes Jashmonaím!"

"Si te esfuerzas como es debido, siguiendo fielmente los consejos de la Torá, podrías llegar a serlo..." replicaron las luminarias de Janucá. "Ahora, sentimos mucho el tener que despedirnos de ti, hasta el año que viene. ¡Feliz Janucá, querido Iaakov!"

"Feliz Janucá" respondió Iaakov. "Esperaré impaciente hasta verlas nuevamente el año que viene".

"¡En la Sagrada Ciudad de Jerusalén reconstruida!" Afirmaron las luminarias de Janucá.

"¡En la Sagrada Jerusalén reconstruida!" Repitió Iaakov.