Estimados lectores:

Hoy conmemoramos el aniversario de la desaparición física del Rebe, de bendita memoria.

Cuando un maestro se va, los alumnos somos los encargados de hacer eterno su legado. El Talmud cuenta que cuando moría un sabio, sus alumnos imitaban las características que él tenía para poder con la fuerza colectiva hacer perdurar su legado.

Poco después del fallecimiento de su suegro, el Rebe dijo: “El sol siempre ilumina. Incluso cuando es noche en un extremo del planeta, el sol esta radiante en el otro. Incluso cuando esta oscuro, tenemos el brillo de las estrellas que nos acompaña.

“Del mismo modo” concluyo el Rebe, “mi santo suegro está presente y radiante a través de las estrellas: el pueblo judío”

Durante las décadas de su liderazgo, el Rebe afectó las vidas de miles de personas. Él educó, aconsejó, impulsó y le dio sentido a la vida de todos los que entraron en contacto con él. Él amaba a todos. Se alegraba con sus alegrías, y se afligía con sus problemas.

El Rebe continúa afectando a miles de personas, pero ahora lo hace a través de nosotros, sus seguidores. Tanto si lo conocimos en vida, o estudiamos sus enseñanzas, nuestra obligación es convertirnos en “estrellas” que irradien el amor que el Rebe tenía.

La forma de hacerlo es imitar la actitud del Rebe frente al prójimo, viendo a cada uno como un diamante, mirando profundamente a los ojos a quien tenemos adelante, dándole toda nuestra atención y entrega.

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¡Shabat Shalom!

Rabino Eli Levy