Estimados lectores:

Janucá es una fiesta muy especial, pero este año es aún más especial.

Es la única mitzvá que debemos difundir y promover al mundo exterior. Todos los demás preceptos se pueden realizar en el ámbito íntimo, pero Janucá debe hacerse en un ventanal, en una puerta externa, justamente para “difundir el milagro”.

Desde los setentas a instancias el Rebe, Jabad Lubavitch hace grandes eventos en plazas, shopping centers y cualquier lugar público masivo con el concepto de “traer luz al mundo” y “vencer la oscuridad con luz”.

La calle es oscura, es hostil a lo espiritual, la calle es un lugar donde se promueve el egoísmo, donde cada uno pelea por lo suyo, lo que predomina es la ley de la selva. Las luces de Janucá nos llevan a pensar en un mundo más generoso, elevado, menos violento.

Este año desde Simjat Torá, los judíos de Israel y el mundo nos vimos expuestos a amenazas en todos los frentes, tanto en el militar contra enemigos sangrientos, como en las universidades frente a falsos idealistas que desean nuestra desaparición, en las redes sociales, en los ámbitos laborales. Muchos judíos por primera vez reconocieron su identidad especifica judía frente a la amenaza existencial externa.

Por eso este Janucá no es uno más, es muy especial, debemos sacar afuera nuestro orgullo de ser judíos, no tapar nuestra identidad, no temer a quienes nos odian a pesar que sean más y más fuertes. Hoy más que nunca el mensaje de Janucá está vigente no como un recuerdo del pasado sino como una herramienta vital de nuestro presente.

¡Jag Sameaj y Shabat Shalom!

Rabino Eli Levy