Cuando trabajaba como director de escuela, cada tanto algún maestro entraba a mi oficina, enfurecido debido al mal proceder de un alumno de su clase. El educador explicaba lo mal que se había comportado el niño y la cantidad de veces que lo había advertido, sin que se viera ningún cambio. "No puedo manejar mas este caso. Por favor, sáquelo de mi clase"
En ese momento, yo hacia hincapié en la frustración del maestro por no poder realizar su trabajo como deseaba. Me ofrecía a tener una charla con el alumno, permitiéndole así al maestro calmarse, esperando que de esa forma pudiéramos hallar un resultado racional al problema.
No importa cuanta experiencia tenga y cuanto haya estudiado el docente, él no puede jugar el rol de testigo, fiscal y juez al mismo tiempo. Un juez que esta involucrado de alguna forma- sea que recibe un beneficio del acusado o fue personalmente herido por él- no es obviamente la persona correcta para ser el que emita juicio en este caso.
El mismo principio es aplicable en el hogar. Si uno de los padres se ha enojado con uno de los hijos por algún mal comportamiento, es mas apropiado permitir que el otro, que no esta involucrado en la situación, sea quien, si es necesario, imponga el castigo adecuado. La sanción debe ser la consecuencia de un mal comportamiento, con la intención de prevenir la recurrencia de esa conducta. Cuando un padre esta enojado, el castigo se manifestará como la expresión de cólera y frustración. El niño se sentirá amado y cuidado con el castigo que le otorgara el padre no- enojado impuesta con seguridad pero sin irritación. Cuando el castigo es dado por un padre enfurecido fusionado a una fuerte emoción, el niño se sentirá rechazado y odiado.
Nuestros Sabios nos enseñan: "La mano derecha debe acercar mientras que la izquierda empuja".
Nuestra meta final es llegar al punto en donde el niño se comporte de una manera apropiada sin la necesidad de advertencias o castigos. Pero mientras el ideal no se ha alcanzado, debemos recurrir al empleo de "la mano izquierda" para rechazar el mal comportamiento, y para atajar las consecuencias debemos utilizar simultáneamente la otra mano e incrementar nuestro refuerzo con la "mano derecha".
Por supuesto que la idea suena muy bonita cuando la leemos mientras estamos de vacaciones sin los chicos, pero sonara menos realista y practica mientras el niño esta causando un caos en un día de calor, dentro de un automóvil sin aire acondicionado, al final de un duro día de trabajo. Solo podemos trabajar para tratar de alcanzar ese ideal.
Por ello, tampoco tenemos que sentirnos mal cuando el instinto natural actúa. Debemos, en cambio, sentirnos bien y felicitarnos por aquellas ocasiones en las que pudimos implementar exitosamente el principio de no otorgar un castigo cuando estamos involucrados emocionalmente.
Esto es aplicable a todas las áreas, tanto con nuestros hijos como en cualquier tipo de relación. Nuestro propósito es el de incrementar el numero y la frecuencia de veces en que podemos aplicar reacciones lógicas en lugar de las emocionales, hasta el día en que (esperemos que sea mientras nuestros hijos todavía están en casa) se convierta en nuestra segunda naturaleza.
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