Estimados lectores:

Hay dos momentos en la Torá que se reivindica la hermandad de toda la humanidad. El primero es cuando nos cuenta que el primer hombre y la primera mujer fueron creados por Di-s en parashat Bereshit, por más que tengamos diferencias somos hijos de la misma pareja original, somos hermanos y tenemos el mismo origen.

Pero en Parashat Noaj, cuando Di-s ve que la tierra está totalmente corrupta por la inmoralidad, decide resetear todo con un gran diluvio y la humanidad renace de otra persona Noaj, además de Adam, todos somos descendientes de Noaj. Todos somos descendientes de aquellos sobrevivientes del arca y del diluvio.

No solo somos hermanos, sino que compartimos con el resto de la humanidad ser sobrevivientes de la mayor catástrofe. Si bien Di-s prometió a la humanidad que nunca volvería a haber un diluvio universal, las causas del diluvio pueden estar presentes incluso en nuestros días.

Por eso tenemos el compromiso con las leyes universales para toda la humanidad:

El compromiso con el monoteísmo, con la justicia entre los humanos, alejarnos de la inmoralidad sexual, cuidar a los animales, entre otras.

Todos los humanos sabemos las consecuencias de no respetarnos, de no respetar a la naturaleza, de vivir sin justicia y en anarquía. Las sociedades sin estos códigos básicos desaparecen y se autodestruyen.

¡Shabat Shalom!

Rabino Eli Levy