Estimados lectores:

En apenas unas horas comenzamos la festividad de Janucá.

La característica central de esta fiesta es traer luz al mundo, encender las velas de noche y en la calle, para transformar lo oscuro en luz, convertir la calle en un lugar que reciba la divinidad.

Este año vimos sin poder creerlo como creció el antisemitismo, desde todos los ámbitos y en lugares que era impensado, vimos fachadas de sinagogas profanadas, judíos golpeados en la calle, insultos en las redes sociales. La calle está oscura. Bien oscura.

Justamente por eso tomamos la lección de los macabeos que no tuvieron reparos en sacrificar sus vidas con tal de preservar las tradiciones del pueblo judío, cuando incluso la mayoría judía estaba del lado de los griegos adoptando su cultura y modos, los macabeos lucharon por la pureza del templo.

De ahí recibimos las fuerzas para iluminar al mundo, sabemos que las luces de Janucá son una declaración que Hashem está de nuestro lado y que no debemos temer a la oscuridad amenazante.

El Rebe de Jabad llevó esta idea a un nivel mayor, haciendo encendidos públicos en plazas y en lugares icónicos en todo el mundo, porque los judíos estamos orgullosos de nuestra tradición y legado y lo compartimos con todos. Después de siglos de encender las velas en sótanos tapiados para que no nos vean, en nuestra generación lo hacemos público y con la frente en alto.

¡Shabat Shalom!

Rabino Eli Levy