Un médico y un abogado estaban en un cóctel cuando se les acercó un hombre para pedirle al médico un consejo sobre cómo tratar una úlcera. El médico murmuró algunas recomendaciones, y luego se volvió hacia el abogado y le comentó:
—Nunca sé bien cómo manejar estas situaciones cuando me piden un consejo médico en un encuentro social. ¿Está bien mandar una factura por ese consejo?
El abogado le respondió que sí.
Al día siguiente, el médico recibió una factura del abogado: 200 dólares por consulta legal.
“Delante del ciego no pongas tropiezo” (Vaikrá 19:14)
¿Cuáles son las implicancias cotidianas de la advertencia de la Torá sobre la sensibilidad hacia una persona ciega?
Estas son algunas que se me ocurren de inmediato: no discriminar a personas con discapacidad; no aprovecharse de alguien en un momento de vulnerabilidad; no ofrecer alcohol delante de alguien que está en recuperación; asumir una responsabilidad por el bienestar espiritual del otro y no tentarlo a cometer una falta.
Rashi, el principal comentarista de la Torá, plantea que esto no es lo que el versículo está señalando. La responsabilidad personal ya fue abordada en detalle por la Torá; a esta altura, es evidente que D-os no permite que se dañe a quien está en desventaja. En realidad, tampoco se puede dañar a quien no lo está, y corresponde reparar cualquier perjuicio, incluso si fue causado sin intención.
Entonces, Rashi se pregunta: ¿cuál es la nueva mitzvá que D-os nos está enseñando acá?
Cita el Talmud: A una persona que está “ciega” en determinado asunto, no se le debe dar un consejo engañoso. No le digas: Vendé tu campo y comprate un burro
, mientras en realidad planeás aprovecharte y quedarte con su terreno.
La Torá dice: no des consejos deshonestos. No necesariamente consejos errados, sino deshonestos.
Un ejemplo aparentemente inocente
Veamos el ejemplo: Vendé tu campo y comprate un burro
. No es, en sí, un mal consejo. En algunos casos, un burro puede tener más valor que un campo: trabaja, se reproduce y es móvil. Podría ser una buena idea. Pero el problema de ese consejo está en la intención oculta; es deshonesto porque responde a los intereses de quien lo da. Esa persona quiere ese campo.
La Torá no nos viene a decir que no hay que dañar a otros; eso es evidente. Tampoco dice simplemente que no hay que dar consejos falsos. El ejemplo del campo y el burro parece bastante inocente. Y Rashi lo elige justamente porque cuesta discernir si el consejo es bueno o no. Pero lo que sí resulta fácil de ver es que ese consejo favorece al que lo da.
Una guía para dar consejos
Entonces, lo que la Torá nos enseña acá es esto: cuando des un consejo, dejá de lado tus intereses personales. Incluso si no estás manipulando al otro. Incluso si tu consejo puede ser útil para esa persona. Si vos salís beneficiado, entonces ese consejo está viciado.
Es bastante natural que uno evalúe cualquier situación según lo que puede obtener de ella. Pero D-os dice que eso no es ser un mentch. Esa no es una forma genuina de relacionarse. “Amá a tu prójimo como a vos mismo”. Si alguien te pide un consejo, ponete en su lugar. Comprometete con su dilema como si fuera propio. Solo así vas a poder darle un consejo realmente valioso.
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