Con esto, comprenderemos el versículo: "Porque esta cosa está muy cercana a ti, en tu boca y en tu corazón, para que la hagas".
A primera vista, [la declaración de que "esta cosa está muy cercana a ti]... en tu corazón" parecería contradecir nuestra experiencia [y la Torá es eterna]. No resulta una "cosa muy cercana" modificar el corazón [y llevarlo] de los deseos mundanos a un sincero amor a Di-s. De hecho, el Talmud pregunta: "¿Es acaso el temor [a Di-s] una cuestión pequeña?" [Y si así es con el temor,] cuanto más aún —un amor [a Di-s]. Además, nuestros Sabios también dijeron que sólo los tzadikím tienen control sobre sus corazones.
Es que "para que la hagas" [indica que las palabras "cercano... en tu corazón"] se refieren a un amor que sólo lleva al cumplimiento de los mandamientos, que es el deseo oculto del corazón, aun cuando no arde manifiestamente en su corazón como un fuego llameante. Esta cuestión, [despertar un amor que permanece oculto en el corazón,] es muy fácil y está muy cerca de todo hombre que tiene un cerebro en su cabeza. Porque su mente está bajo su control [incluso cuando su corazón no lo esté] y con ella puede meditar a su antojo sobre cualquier tema. Si reflexionará con ella acerca de la grandeza del Ein Sof, bendito sea, inevitablemente generará —en su mente, al menos— un amor a Di-s para unirse a El mediante el cumplimiento de Sus mandamientos y el estudio de Su Torá.
Estos son "todo el [objetivo del] hombre", pues está escrito: "[Yo te ordeno estas mitzvot] para que las cumplas este día" — donde "este día" se refiere específicamente a este mundo de acción física. Sólo "mañana", [en la vida que sigue a la vida física,] es el momento de la recompensa, como se explica en otro lugar.
La mente, por virtud de su propia naturaleza inherente, es amo sobre el lado izquierdo del corazón y sobre la boca y los demás órganos del cuerpo, que son los instrumentos de la acción.
[Esto es así en todos ] excepto en aquel que es verdaderamente rashá. [Por el contrario,] nuestros Sabios dicen que los malvados están bajo el dominio de su corazón, mas su corazón no está bajo el dominio de ellos en absoluto. Este es un castigo por la magnitud y enormidad de su pecado y la Torá no habló de los muertos, es decir, de aquellos malvados que son considerados muertos aun durante su vida. En verdad, a los malvados les es imposible comenzar a servir a Di-s sin arrepentirse antes por su pasado, a fin de quebrar las kelipot [creadas por sus pecados] —las que forman una cortina divisoria y una "pared de hierro" que se interpone entre ellos y su Padre en el Cielo— por medio de la contrición del corazón y la amargura del alma por sus pecados. Tal como el Zohar interpreta el versículo "Los sacrificios al Señor (Elokím) son un espíritu quebrantado, un corazón quebrantado y contrito...", que al quebrantar su corazón, el espíritu impuro de la sitrá ajará, [las kelipot,] es quebrado. [Véase Zohar sobre Parshat Pinjás, folio 240, y sobre Parshat Vaikrá, folio 8 y folio 5a, y el comentario de Rabí Moshé Zacuto allí].
Esta es teshuvá de nivel inferior (teshuvá tataá/תשובה תתאה), elevar la letra hei (ה) inferior [del Nombre Divino Havaiá de Cuatro Letras] de su caída en las fuerzas del mal, [las kelipot]. Este es el misterio de la Shejiná (la Divina Presencia) en exilio, como dijeran nuestros Sabios: "Cuando los judíos fueron exilados a Edóm, la Shejiná fue al exilio con ellos". [En el sentido espiritual del servicio a Di-s por parte de la persona] esto significa que cuando uno actúa como "Edóm" [y peca], degrada y hace descender la chispa Divina que vitaliza su Néfesh, Rúaj y Neshamá [—su Shejiná interior—] que se inviste en el Alma Animal de kelipá asentada en el lado izquierdo de su corazón, a [ese nivel de] Edóm; y en tanto continúa en su maldad, el Alma Animal lo gobierna dominando su "pequeña ciudad", [su cuerpo]. De esta manera, su NéfeshRúajNeshamá está prisionera en el exilio, en él. Cuando el corazón [del rashá] está quebrantado dentro de él y [en consecuencia] está quebrado el espíritu de impureza y sitrá ajará y se dispersan [las fuerzas del mal], [la hei inferior del Nombre Divino —la Shejiná—] se levanta de su caída y se yergue firme, como se ha explicado en otra parte.
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