Si su tristeza, sin embargo, no proviene de la preocupación por los pecados [que ha cometido], sino por el hecho de que penetran en su mente pensamientos y deseos pecaminosos, entonces: si estos pensamientos surgen no durante su servicio a Di-s sino mientras está ocupado con sus propios asuntos y con cuestiones mundanas y similares, debería, por el contrario, estar contento con su suerte; porque aunque estos pensamientos [pecaminosos] penetran en su mente, él aleja su atención de ellos, cumpliendo [con ello] con el mandato de "No os apartaréis tras vuestro corazón ni tras vuestros ojos, con los que os descarriáis". El versículo seguramente no habla de los tzadikím, refiriéndose a ellos [Di-s libre] como [gente que] "descarría", sino de beinoním como él, en cuya mente sí entran pensamientos eróticos, ya sean de naturaleza inocente [u otros], y cuando aparta su mente de ellos, cumple con este mandato. Nuestros Sabios han dicho: "Cuando uno se abstiene pasivamente del pecado, es recompensado como si hubiera ejecutado activamente una mitzvá". En consecuencia, debería regocijarse en el cumplimiento de este mandato, tal como [se alegra] cuando realmente cumple un precepto positivo.

Por el contrario, una tristeza tal se debe a la arrogancia: porque no reconoce su lugar, y por eso está triste, por no haber logrado el nivel de tzadík, a quien, seguramente, no se le ocurren pensamientos necios como estos. Porque si reconociera su estado —que está muy lejos del nivel de tzadík, y ojalá fuera un beinoní y no un rashá aunque sea por un único momento en su vida—, ésta, pues, es la correspondiente dimensión de los beinoním y su tarea: someter el impulso de mal y el pensamiento que se eleva del corazón a la mente, y apartar completamente la mente de él, rechazándolo [como si fuera] con ambas manos, como se explicara antes.

Con cada rechazo de este pensamiento de su mente, la sitrá ajará es suprimida aquí abajo [en Este Mundo], y, como "el estímulo de abajo produce un [correspondiente] estímulo arriba", también la sitrá ajará arriba, [en los mundos superiores, raíz de la sitrá ajará en este mundo,] que se remonta como un águila, es suprimida, cumpliéndose así el versículo: "Aunque te remontes a lo alto como el águila... Yo te hará descender de allí, dice Di-s". Efectivamente, el Zohar, en Parshat Terumá [folio 128] ensalza la satisfacción Divina que se produce cuando se somete la sitrá ajará aquí abajo, porque "con ello se eleva la gloria de Di-s por encima de todo, más que mediante cualquier otra alabanza, y este ascenso es mayor que todo lo demás, etc."

Por lo tanto, la persona no debería sentirse deprimida o de corazón muy preocupado, ni siquiera si durante toda su vida estuviera abocada a esta lucha [con los pensamientos que siempre entrarán en su mente]. Porque quizás para esto ha sido creado, y éste es el servicio [que se requiere] de él: someter constantemente a la sitrá ajará.

Fue respecto de esto que Iyov dijera [a Di-s]: "Tú has creado [hombres] malvados", no que ellos [fueron creados para que] sean realmente malvados, Di-s libre, [en el pensamiento, la palabra y la acción pecaminosos,] sino [para] que se les ocurra a ellos, en sus pensamientos y en sus meditaciones únicamente, aquello que se le ocurre a los malvados, y que ellos libren eternamente batalla para desviar sus mentes de ellos a fin de someter a la sitrá ajará, aunque nunca serán capaces de aniquilar [en sus almas] la sitrá ajará completamente, porque esto es logrado por los tzadikím.

Porque hay dos tipos de placer Divino: uno, de la total aniquilación de la sitrá ajará, y la conversión de lo amargo en dulce y de la oscuridad en luz, logrado por los tzadikím, y el segundo: cuando la sitrá ajará es sometida mientras todavía está en su máxima fuerza y poder, y elevándose como un águila, y de esta altura Di-s la derriba en respuesta a la iniciativa humana. Esto es logrado por los beinoním. Se alude a esto en el versículo: "Y hazme delicias, como las que amo", [donde la palabra] matamím ["delicias"] [está escrita] en plural, [indicando] dos tipos de placer. Estas palabras son dichas por la Shejiná a sus hijos, la comunidad de Israel, como se ha explicado en Tikunéi Zohar. Tal como con alimentos materiales, por ejemplo, hay dos tipos de exquisiteces —una de comidas dulces y sabrosas, y otra de cosas fuertes o ácidas [imposibles de comer en su estado natural], pero que han sido bien condimentadas y preparadas de modo que se transforman en exquisiteces que reviven el alma— [así también son las dos clases de delicias espirituales]. Esto es lo que dijo el versículo: "Di-s ha hecho todo en aras de Sí, incluso al malvado para el día del mal". Vale decir, [para] que se arrepienta de su mal y transforme su maldad en "día" y en luz arriba, cuando la sitrá ajará es sometida y la gloria de Di-s es elevada en lo Alto.

Lo que es más, [también se subyuga la sitrá ajará] incluso en cuestiones que son totalmente permisibles, cada acto mediante el cual sacrifica su impulso, siquiera por un período breve, con la intención de someter la sitrá ajará en el lado izquierdo de su corazón. Por ejemplo: cuando quiere comer, pero pospone su comida por una hora o menos, y durante ese tiempo estudia Torá. Como lo indica la Guemará: "La cuarta hora [del día] es cuando todos los hombres comen, pero la sexta es la hora de la comida de los estudiosos", porque se hacen pasar hambre a sí mismo durante dos horas con esta intención, aunque después de la comida estudiaban todo el día. Del mismo modo, si uno reprime su boca de decir cosas que su corazón ansía mucho decir, respecto de asuntos mundanos; y así con los pensamientos de su mente. Incluso con el menor sometimiento de la sitrá ajará aquí abajo, la gloria de Di-s y Su santidad es muy elevada en lo Alto.

De esta santidad brota una sublime santidad para el hombre [que está aquí] abajo, para asistirlo con una ayuda grande y poderosa en su servicio a Di-s. Esto es lo que [han querido decir] nuestros Sabios [cuando] dijeron: "Si un hombre se santifica aquí abajo aunque sea ínfimamente, es santificado en gran medida desde lo alto". Esto es además del hecho de que cuando uno se santifica a sí mismo en asuntos permisibles, cumple así con el mandamiento positivo de la Torá "Santificaos a vosotros mismos [y seréis sagrados]". El significado de "Santificaos a vosotros mismos" es "Háganse ustedes mismos sagrados". Es decir, aunque en verdad no se es sagrado ni separado de la sitrá ajará, porque ésta está todavía como al nacer —con su plena fuerza y poder— en el lado izquierdo de su corazón, y no obstante somete y domina su impulso al mal y se hace "sagrado", [separado de la sitrá ajará, entonces, continúa el versículo:] "seréis sagrados", es decir, a fin de cuentas será verdaderamente "sagrado" y apartado de la sitrá ajará, por ser "muy santificado desde lo Alto" [como se citara antes en nombre del Talmud], y recibir ayuda [desde lo Alto] para expulsarla de su corazón, poco a poco.