Después de inquirir por la vida y la paz, que mis palabras de apertura despierten "el oído que escucha la vivificante admonición" [con] que el Di-s viviente amonestó a través de Su profeta, diciendo: "Las bondades de Di-s ciertamente no han acabado...". Ahora bien, [en verdad] debería haber dicho ki lo tamu, como en la frase: "Pues Tus bondades no han acabado (lo tamu)...". Esta [anomalía] será entendida a la luz de una declaración en el sagrado Zohar: "Hay un [modo de] jésed y hay un [diferente modo de] jésed: Está el jésed olam..., y hay una forma superior de bondad, esto es, rav jésed" ("bondad ilimitada")...
Ahora bien, es sabido que la Torá es denominada oz ("fuerza"), lo que constituye una expresión de guevurá, como expresaran nuestros Sabios: "Los 613 mandamientos fueron declarados a Moshé en Sinaí de Boca de la Guevurá". Análogamente está escrito: "De Su diestra una Torá de fuego [les fue entregada] a ellos". Esto ["de Su diestra"] significa que la fuente y raíz de la Torá es exclusivamente "Las bondades de Di-s", denominadas "el lado derecho". O sea: La atracción de Su Divinidad, y de una radiación de la [infinita] luz Ein Sof, a los mundos superiores e inferiores, [es lograda] por el hombre que atrae sobre sí la luz a través del cumplimiento de los 248 Preceptos Positivos, que son los "248 órganos del Rey"; es decir, ellos son los 248 recipientes y vestimentas para la radiación [proveniente] de la [infinita] luz Ein Sof investida en ellos. (Y, como es sabido, de esta luz son atraídos hacia abajo temor y amor sobre [la persona mientras ejecuta] cada precepto).
No obstante, este flujo descendente fue primero investido en el atributo de guevurá de Di-s, del que se habla como "fuego" y que refleja una contracción (tzimtzúm) de la luz y fuerza vital que emana de la [infinita] luz Ein Sof, permitiéndole de este modo investirse en la acción de los mandamientos, los que, prácticamente todos, involucran cosas materiales —como ser tzitzít [confeccionados con lana], tefilín [hechos con cuero y pergamino], los sacrificios [ofrendados de animales, plantas y minerales] y caridad [que involucra dinero u otros objetos materiales]—. Incluso los mandamientos que involucran el espíritu del hombre —como el temor y el amor [a Di-s]— también son de una medida limitada, y de ninguna manera de extensión infinita —pues el hombre no podría experimentar en su corazón, siquiera por un momento, un amor tan intenso a Di-s, sin fin, límite y medida, y con todo continuar existiendo en su cuerpo—. Esto es como dijeron nuestros Sabios, que en el momento de la Entrega de la Torá, cuando la Divinidad de Di-s y la [infinita] luz Ein Sof se manifestaron en el grado de habla revelada, "sus almas se remontaron en vuelo" de sus cuerpos.
Ahora bien, en vista de que los mandamientos nos fueron entregados por medio de su investidura en el atributo de guevurá y la contracción de la radiación [Divina], etc., la mayoría de los mandamientos tienen una medida delimitada —por ejemplo, el largo de los tzitzít debe ser de doce veces el ancho del pulgar; los tefilín, [una medida del ancho de] dos dedos por dos dedos, y necesariamente cuadrados; el lulav, [el largo de] cuatro puños; la sucá, siete puños; el shofar, un puño; y la mikvé, cuarenta seá. Los sacrificios, también, tienen una medida delimitada en cuanto a su edad, como, por ejemplo, "ovejas de un año", "carneros de dos años", y "bueyes"....
Lo mismo se aplica al acto de caridad y a la práctica de benevolencia con el dinero propio; pese a que éste es uno de los pilares sobre los que descansa el mundo —como está escrito: "El mundo es construido por jésed"—, tiene, no obstante, una medida prefijada de preferentemente un quinto [del ingreso propio] si se desea cumplir el precepto de la mejor manera posible, y de un décimo para una medida media, etc. Esto es lo que se denomina "jésed del mundo". Es decir "el jésed de Di-s que perdura a lo largo del día", que está investido en los mundos superiores e inferiores a través del estímulo del [ser] inferior, es decir, por los preceptos de caridad y benevolencia que las personas practican una con otra. Pero dado que el mundo es finito y medible —"De la tierra a los cielos hay una distancia de 500 años y análogamente de un cielo a otro [hay una distancia de 500 años]", y "Seis mil años existirá el mundo..."— al precepto de caridad y bondad de la Torá también se le ha asignado un límite y una medida, como los demás mandamientos de la Torá.
Sin embargo, esta [limitación a la caridad] se aplica sólo a quien cumple la Torá y no se aparta de ella a derecha o izquierda, siquiera en el espesor de un cabello. Pero quien ha desviado el camino, Di-s libre, dado que ha distorsionado su senda, disminuyendo en consecuencia la Santidad Suprema —o sea, ha disminuido su valor en cuanto al flujo que podría haber atraído de la Divinidad de Di-s y la radiación [que podría haber atraído] de la [infinita] luz Ein Sof, si hubiera observado la Torá y cumplido como corresponde—, semejante distorsión no puede rectificarse salvo por vías de un flujo de la luz Suprema que trasciende los mundos, sin estar investida en ellos. Esto es lo que se denomina Jesed ilaá ("bondad superior") y rav jésed ("abundante bondad"), porque irradia y se esparce infinitamente, sin límite y medida, dado que no está contraída dentro de los mundos sino que los abarca desde arriba [de manera equivalente], de la cima de todas las escalas hasta el fin [de todas ellas].
Ahora bien, cuando el hombre la atrae hacia abajo por medio de sus acciones y mediante un estímulo desde abajo, esta luz Suprema irradia entonces y se extiende dentro de los mundos, rectificando todas las distorsiones y deficiencias causadas en el Kódesh HaElión ("Santidad Suprema"), y renueva su luz y bondad de manera extremadamente intensa, [a modo y] en el nivel de una luz verdadera nueva. Es por esto que los Sabios enseñaron que "En el lugar [o sea, en el nivel,] donde se alzan los penitentes, [incluso los perfectamente justos no se alzan]".
Ahora bien, la penitencia, esencialmente, está en el corazón, pues a través del remordimiento de lo profundo del corazón uno despierta la [correspondiente] profundidad de esta luz suprema. Pero a fin de evocar [esta luz] de modo que irradie en los mundos superiores e inferiores, es necesario un estímulo concreto desde abajo en la forma de acción, es decir, la práctica de caridad y bondad sin límite ni medida. Pues tal como el hombre dispensa rav jésed ("una infinita abundancia de bondad [חסד]") o sea, jas deleit/ח״ס דלי״ת —[significando jas, las dos primeras letras de jésed:] "él se apiada" [y la última letra, dalet, deletreada completa, en arameo:] "aquel que no tiene", implicando [que dispensa su bondad] a individuos totalmente desvalidos que no tienen (deleit lei/דלי״ת ליה) nada propio, sin fijar un límite o medida a su entrega y concesión— del mismo modo el Santo, bendito sea, difunde Su luz e influencia benigna en el espíritu de jésed superior, conocido como rav jésed, el que irradia infinitamente, sin límite o medida, dentro de los mundos superiores e inferiores. Pues en cuanto a El, bendito sea, todos están en un estado de deleit ("no tienen nada"), por cuanto nada propio tienen en absoluto, y todos, ante El, son considerados como nada. Todos los defectos que el hombre causó en lo Alto —en los mundos superiores e inferiores— por medio de sus faltas, resultan rectificados de esa manera. Y éste es el significado del versículo: "Di-s prefiere tzedaká y justicia por sobre ofrendas", porque los sacrificios se definen en términos de cantidad, dimensión y limitación, mientras que la caridad puede dispensarse sin límite, con el propósito de rectificar los propios pecados.
Y en cuanto a aquello que está escrito: "Quien dilapida [en su caridad], no gastará más de un quinto [de sus ingresos]" — esto se aplica sólo a quien no ha pecado, o a quien ha rectificado sus pecados por medio de mortificaciones y ayunos, como en efecto deberían ser rectificados todos los defectos en lo Alto. Pero en cuanto a aquel que aún precisa remediar su alma, la curación del alma obviamente no es una prioridad menor que la del cuerpo, donde el dinero no cuenta, [y, como declara el versículo:] "Todo lo que el hombre tiene, lo entregará en aras de su alma".
Ahora bien, [dado que ésta es la manera de Di-s de practicar benevolencia,] este modo de ilimitada bondad es conocido con el Nombre del Santo, bendito sea, [es decir,] "Las bondades de Di-s", como está escrito: "Y el jésed de Di-s es eterno...". Pues si bien "Todos los [del pueblo] de Israel son compasivos y practican actos benevolentes", no obstante ello hay un límite y medida a la compasión del hombre. Pero el Santo, bendito sea, es llamado Ein Sof ("el Infinito"), y Sus atributos [tal como El Mismo] no tienen fin, como está escrito: "...pues Sus misericordias no cesan nunca".
Y éste es el significado de lo que dijo el profeta tras la Destrucción y el exilio:
"Las bondades de Di-s ciertamente no han acabado (ki lo tamnu)". Es decir: "Porque nosotros lo tamnu, no somos perfectos (temimím) e íntegros, sin pecado ni defecto alguno en nuestra alma o en los mundos superiores, precisamos, por tanto, conducirnos en consonancia con 'las bondades de Di-s', que son sin límite ni fin, a fin de despertar sobre nosotros la Suprema benevolencia y compasión, es decir, rav jésed, una benevolencia y compasión abundante, sin fin ni límite, como está escrito [en la conclusión del versículo]: 'pues Sus misericordias no cesan nunca'".
Y esto es lo que nuestros Sabios [tuvieron en mente cuando] dijeron: "Israel sólo será redimida a través de caridad". [Esto se refiere a la caridad] que harán incluso si legalmente no están obligados a hacer, pues "[Mashíaj,] el hijo de David, no viene [sino hasta que el bolsillo esté vacío aun de la moneda más pequeña]".
Escribe tu comentario