"Una mujer de valor es la corona de su esposo...".

La Guemará, en el cap. 4 [del Tratado Talmúdico] de Meguilá, [comentando la enseñanza de los Sabios en Avot que] "Quien hace uso de la corona, pasa [de este mundo]", declara: "Esto se aplica al que hace uso de quien estudia halajot, que son la corona de la Torá...". Se enseñó en la Academia de Eliahu que "Quienquiera estudia halajot tiene asegurada [una parte en el Olam HaBá, el Mundo por Venir]".

Es necesario comprender: ¿Por qué son llamadas las halajot "corona" o "corona de la Torá"? Además, ¿por qué quien estudia precisamente halajot, y no otros temas de Torá, tiene asegurada [una parte en el Mundo por Venir]? También hay que comprender la enseñanza de nuestros Sabios en el cap. 11 [del Tratado Talmúdico] de Menajot, que "incluso si uno estudió sólo un único capítulo en la mañana [y un único capítulo en la noche], ha cumplido con su obligación [de estudiar Torá]". ¿Por qué no se exime de su deber con otros temas de la Torá?

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Sin embargo, es bien sabido que el AríZal declaró que [el alma de] todo hombre judío debe volver reencarnada muchas veces hasta cumplir todos los 613 mandamientos de la Torá con el pensamiento, la palabra y la acción. Esto es a fin de completar las vestimentas de su alma y enmendarlas, de modo que ninguna de ella esté incompleta —con la excepción de los mandamientos que recaen sobre el rey, quien exime a todo Israel porque él es la corporación colectiva de todos ellos—. La razón: A fin de vestir todos los 613 aspectos y poderes de su alma, de modo que no falte ninguno de ellos.

La explicación de la indispensabilidad de estas vestimentas se da en el Zohar, y es comprensible a toda persona pensante. Pues el Néfesh, Rúaj, y Neshamá en el hombre son entidades creadas [y por eso inherentemente limitadas], y a cualquier ser creado le es imposible captar cualquier comprensión del bendito Creador y Formador de todo, Quien es infinito. Además, incluso después de que Di-s ha irradiado [un resplandor] de Su bendita luz, y ha causado una emanación en la forma de una evolución [descendente] encadenada

de numerosos grados, nivel tras nivel, mediante poderosas contracciones y vestimentas numerosas e inmensas [que oscurecen la Divinidad] —éstas son conocidas a los familiarizados con la Sabiduría Oculta, y en Idrá Rabá éstas se denominan "cabellos", y como está escrito en Daniel: "Y el cabello de Su cabeza es como lana blanca"—, no obstante, [incluso tras semejante ocultamiento] ni el Néfesh ni el Rúaj ni la Neshamá pueden soportar la luz —pues la luz es buena y dulce..., como está escrito: "Para contemplar la agradabilidad (nóam) de Di-s"; [nóam] denota agradabilidad, delicia, dulzura, y un placer infinitamente intenso, como está escrito: "Entonces te deleitarás en Di-s" y "El saciará tu alma con una sed placentera (tzajtzajót)..."; [tzajtzajót está] relacionado con tzijéi tzamá ("reseco de sed"), como lo declara el Zohar—. No tiene fuerza para absorber la agradabilidad y delicia de la [antedicha] placentera sed sin dejar su cáscara, [es decir, su limitación,] y resultar totalmente anulada como la llama de un candil [se anula por completo] en una antorcha, de no ser porque de esta misma luz ha de desarrollarse y surgir algún minúsculo resplandor, por medio de una evolución de nivel tras nivel, con multitudinarias contracciones, hasta que [de este resplandor] se crea una única vestimenta, una creación afín a la naturaleza de esta luz, con la cual vestir el Néfesh, Rúaj y Neshamá. Por medio de esta vestimenta —que es afín a esta luz— [el alma] puede derivar placer del brillo de esta luz, y captarlo, sin anularse totalmente de la existencia. Esto es análogo a alguien mirando al sol a través de un fino y lúcido espéculo, y como está escrito: "Y Moshé entró en medio de la nube, y ascendió a [la montaña]"; esto es, se invistió en la nube y ascendió, y vio por medio de la nube. Así se explica en el Zohar, Volumen II, folios 210 y 229.

Ahora bien, esta luz —oculta para los justos para el Futuro Venidero, llamada "agradabilidad de Di-s" y "placentera sed" de "deleite en Di-s", y también "400 Mundos de Anhelo (Almín deKisufín) en los que se deleitan los tzadikím...", como está escrito: "400 shekalím de plata (késef)..."— tiene, pues, muchos peldaños y niveles, uno por encima de otro. Pero el minúsculo resplandor que desciende nivel tras nivel para crear esta vestimenta [para el alma] pertenece al nivel más bajo de esta luz. Metafóricamente hablando, es denominado el nivel exterior, o ajoráim, como se declara en el Zohar, folio 208b (comp. con Mikdash Mélej) y 210b: "Y aquello que queda...".

Ahora bien, tal como en el alma del hombre hay una facultad para el placer —ésta se deleita con aquello que encuentra placentero, como ser la concepción de un nuevo discernimiento y similares— siendo el aspecto exterior y postrero de su poder y estado de deleite su facultad de voluntad —deseando aquello que desea, es decir, algo que no implica dolor, pues el dolor es lo contrario al deleite—, así también, metafóricamente hablando, es con la [infinita] luz Ein Sof, como si fuera: La Voluntad Suprema es el aspecto exterior y postrero del [mencionado] Deleite Supremo, la "agradabilidad de Di-s", la "placentera sed", y los "Mundos de Anhelo". Aunque estos [Deleite y Voluntad Supremos] están fusionados en una unidad absoluta —pues El, bendito sea, y Su Voluntad, son uno, y no, Di-s libre, como la voluntad del hombre, ni total ni parcialmente, sin que exista similitud cualquiera entre ellos—, no obstante ello "la Torá se expresó en el lenguaje humano" a fin de "modular para el oído aquello que éste es capaz de escuchar", con alegoría y metáfora vinculada al alma del hombre, compuesta por la facultad de placer, voluntad, sabiduría, entendimiento, etc. Esto es empíricamente evidente, pues cuando una persona concibe algún nuevo discernimiento maravilloso, entonces, en ese momento al menos, nace en su mente un maravilloso deleite. De esto surge que [la capacidad de] el placer supera en mucho la facultad de intelecto y sabiduría; sólo que [el placer] se inviste en la facultad de intelecto y sabiduría. Y cuando el hombre siente [un tema de] intelecto y sabiduría, o sea, lo capta y comprende bien, entonces también percibe la facultad de placer investida en [el tema de] la sabiduría. A ello se debe que el sagrado Zohar denomine "Mundo Venidero" a la facultad de biná: Pues es el estado de manifestación de jojmá, junto con el deleite investido en ella, que captan los justos en el Jardín del Edén, y conciben [nuevos discernimientos] en el pnimiut [es decir, la dimensión más interior, mística,] de la Torá. Pues la Torá deriva de jojmá, y la Torá y el Santo, bendito sea, son todos uno.

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Ahora bien, la Voluntad Suprema es denominada y llamada por los cabalistas Kéter Elión ("Corona Suprema"). En ella hay 620 pilares de luz. Esto es, a modo de analogía: Tal como en una gran casa de ladrillos hay pilares que se alzan en el suelo y su cabecera está conectada con el cielorraso, precisamente así, metafóricamente hablando, Kéter Supremo trasciende el nivel de jojmá. [La palabra Kéter] está relacionada con koteret ("capitel"), pues rodea y abarca los sesos en la cabeza, es decir, las facultades de JaBaD.

Esta Voluntad [Suprema] está investida en los 613 mandamientos de la Torá y los 7 preceptos de los Sabios, que en su amplia mayoría son mandamientos de acción. Y también [lo está en] aquellos mandamientos que dependen del habla — pues tenemos un principio halájico aceptado de que "el movimiento de sus labios [al hablar] es una acción". E incluso [lo están en] aquellos mandamientos que dependen del pensamiento o del corazón — pues los mandamientos fueron dados específicamente al hombre físico en este mundo [físico], porque él tiene la elección de torcer su corazón al bien etc. El alma sin un cuerpo, en cambio, no precisa que se le ordene esto. Resulta, entonces, que los mandamientos, metafóricamente hablando, son como pilares que se alzan, [y conectan] desde el más excelso de los niveles —a saber, la Voluntad Suprema— hasta este mundo material. Son, a modo de ejemplo, como pilares huecos que abarcan y visten [con la vestimenta de mitzvot] la Neshamá, o el Rúaj, o el Néfesh del hombre, cuando cumple los mandamientos. Por vía de estos pilares [de mitzvot] su Néfesh, Rúaj y Neshamá ascienden al más excelso de los niveles, para ligarse "en el nexo de la vida con Di-s", esto es, estar ligados e investidos en la luz de Kéter, que es la Voluntad Suprema. Y por medio de esta vestimenta pueden contemplar la "agradabilidad de Di-s" y la "placentera sed" que trasciende el nivel de Kéter y, metafóricamente hablando, son su pnimiut. (Si bien en otra parte se explicó que los mandamientos son el pnimiut de la Voluntad Suprema, los conocedores de la Sabiduría Oculta están bien familiarizados con la multitud de aspectos y niveles dentro de cada aspecto y nivel de los [diversos] niveles de la santidad. Hay numerosos aspectos de "cara a cara", y numerosos aspectos de "externalidad a externalidad", sin fin...).

Ahora bien, los 7 preceptos de los Sabios no son contados como mandamientos independientes, pues se ha dicho: "No añadas [a los mandamientos]". Más bien, salen y se derivan de los mandamientos de la Torá, y están incluidos en ellos en la suma de 613 [mandamientos] que visten los 613 aspectos y poderes que hay en el Néfesh, Rúaj, y Neshamá del hombre.

Este es el significado de lo que escribe el sagrado Zohar, Parshat Pekudéi (folio 229b), que "las buenas acciones [es decir, las mitzvot] que el hombre hace, atraen una vestimenta de la luz del Esplendor Supremo... [es decir, del nivel de Kéter] y contemplan... la 'agradabilidad de Di-s..."'. Aunque allí [el Zohar] se refiere al Jardín Inferior del Edén, donde las vestimentas derivan de los mandamientos concretamente prácticos —mientras que en el Jardín Superior del Edén éstas derivan del amor y la devoción del corazón en la Torá y la plegaria, como escribe el Zohar allí (folio 210)— no obstante, esta devoción [de la que derivan estas vestimentas] se refiere a la devoción de la ocupación de la persona con la Torá en aras de aquella, por amor a Di-s. El precepto de estudiar Torá también pertenece a la clase de mandamientos prácticos, pues "el movimiento de los labios [al hablar] se considera una acción", y "la meditación no cuenta como habla"; de modo que uno no se exime de su obligación mediante la sola meditación. Lo mismo se aplica a la plegaria. Y con más razón es así considerando que la superioridad de la devoción (kavaná) sobre el habla (dibur) y la acción (maasé) no se debe a sus propios méritos [como sucede con el servicio a Di-s por amor], sino al resplandor de la Voluntad Suprema..., como se explica extensamente en Likutéi Amarím, Parte I, cap. 38; véase allí.

Ahora bien, como es sabido, la Voluntad Suprema tal como está investida en los 613 mandamientos de la Torá Escrita está escondida y cubierta, reservada y oculta. Está manifiesta sólo en la Torá Oral.

Por ejemplo, el precepto de tefilín: En la Torá Escrita se declara: "Y los atarás por señal sobre tu mano, y serán por frontales entre tus ojos". Esta es una declaración sellada y oscura, pues las Escrituras no explicaron cómo y qué atar, ni qué son frontales, ni dónde es "entre tus ojos" o "sobre tu mano", hasta que la Torá Oral explicó que se debe atar una única caja sobre la mano, y cuatro cajas sobre la cabeza, conteniendo cuatro pasajes de las Escrituras. Lo que es más, las cajas serán [confeccionadas] de cuero trabajado, y necesariamente cuadradas, y atarse por medio de correas de cuero que deben ser negras, con todas las demás detalladas leyes que rigen la confección de los tefilín, expresadas oralmente [en la Torá Oral]. También, "sobre tu mano" se refiere sólo al brazo y no a la palma de la mano, y "entre tus ojos" se refiere al sector superior del hueso frontal y no a la frente. Asimismo, todos los mandamientos de la Torá, sean positivos o prohibitivos, no son revelados, conocidos y hechos explícitos sino salvo por intermedio de la Torá Oral. Por ejemplo, el precepto prohibitivo declarado respecto del Shabat: "No harás trabajo alguno":

[La Torá Escrita] no especifica qué constituye trabajo. En la Torá Oral, sin embargo, se explicó que se refiere a las bien conocidas 39 formas de trabajo y no (sólo) al acarreo de rocas o vigas pesadas [prohibido rabínicamente]. Y tal como es con estos [antedichos ejemplos] así es con todos los mandamientos, sean positivos o prohibitivos: son sellados y sólo se explican, revelan y son conocidos a través de la Torá Oral. Por eso las Escrituras dicen de la Torá Oral: "No abandones la enseñanza de tu madre", como lo declara el Zohar. Metafóricamente hablando, tal como todos los órganos de un niño están incluidos, muy latentemente, en la gota seminal del padre, y la madre lleva esto a un estado manifiesto cuando da a luz un niño completo con 248 órganos y 365 tendones, del mismo modo exactamente emergen los 248 preceptos positivos y los 365 preceptos prohibitivos de ocultamiento a manifestación a través de la Torá Oral, mientras que el comienzo del versículo —"Oye, hijo mío, la amonestación de tu padre"— alude a la Torá Escrita, que se deriva de la Jojmá Suprema que es llamada "padre".

Este, entonces, es el significado del versículo [citado al comienzo]: "Una mujer de valor es la corona de su esposo". Pues la Torá Oral es llamada "una mujer de valor" que da a luz, y erige, muchas legiones, como está escrito: "Y alamot ('doncellas') sin número": No leas alamot/עלמות sino olamot/עולמות ('mundos')", aludiendo [estos innumerables mundos] a las halajot que son sin número, como se declara en Tikuním. Todas éstas son manifestaciones de la Voluntad Suprema oculta en la Torá Escrita.

La Voluntad Suprema [que pertenece a la Sefirá de Kéter, lit. "corona",] es sumamente más sublime que el nivel de Jojmá Suprema, tal como una corona o diadema que está encima del cerebro en la cabeza. Por eso las halajot son llamadas "corona" y "corona de la Torá". Y "Quien estudia [específicamente] halajot tiene asegurada una parte en el Mundo por Venir" al investir su Néfesh, Rúaj y Neshamá en la Voluntad Suprema, como se mencionó antes.