Es el precepto con el cual se nos ordenó nombrar sobre nosotros un Rey de Israel que una a toda nuestra nación y nos dirija a todos.

Es lo que El, exaltado sea, dijo: Poner pondrás sobre ti un Rey.

Ya hemos mencionado antes lo que ellos (—los Sabios) dijeron en el Sifrí: "A (el pueblo de) Israel se han ordenado tres preceptos en el momento de su ingreso a la Tierra (de Israel): 1) nombrar para ellos un Rey, 2) construir la Casa Elegida, y 3) destruir la simiente de Amalek". Más dijeron en el Sifrí: "Poner pondrás sobre ti un Rey — es un Precepto Positivo".

Sobrevino la explicación de que aquello que fuera dicho: "Poner pondrás sobre ti un Rey — (significa) que su temor esté sobre ti", y que (el Rey) esté en nuestro corazón en la máxima gloria, grandeza y exaltación que no hay más grande que ella, hasta que su rango sea para nosotros más grande que el rango de un profeta de los profetas de su generación. Explícitamente dijeron: "El Rey tiene prioridad al profeta".

Cuando este Rey ordena algo que no está en contra de una ordenanza de la Torá es obligación cumplir su orden. Quien transgrede su ordenanza y no la cumple, el Rey tiene permiso de matarlo con la espada, tal como nuestros antepasados han aceptado sobre sí mismos, y han dicho: Todo hombre que se rebele a tu palabra... será muerto. La sangre de todo rebelde hacia el reino —sea quien sea—, está librada al Rey nominado de acuerdo a la Torá.

Todas las leyes de este precepto han sido explicadas ya en el Capítulo Segundo (del Tratado Talmúdico) de Sanhedrín, al comienzo (del Tratado Talmúdico) de Keritot yen el Capítulo Séptimo (del Tratado Talmúdico) de Sotá.