Cada una de nuestras Festividades tiene un singular significado. Cada una de ellas tiene su propio ánimo y, por supuesto, su propio mensaje.
Pesaj, por ejemplo, es llamada en nuestras plegarias correspondientes a esa fecha, "Zman Jeiruteinu" -Época de nuestra liberación-: su mensaje es la libertad de la opresión y la tiranía despótica, el amor y la justicia para con el extranjero, puesto que nosotros mismos hemos sido extraños en la tierra de Egipto.
Pesaj está unida a Shavuot, "Zmán matán Torateinu" -Época de la entrega de nuestra Torá- pues la verdadera libertad solo puede obtenerse cuando el hombre obedece las leyes del Creador, contenidas éstas en la Torá.
Sucot, "Zmán Simjateinu" -Época de nuestra alegría -, nos brinda el mensaje de la fe en la palabra de Di-s y la protección Divina. Esa fecha nos recuerda las "cabañas" que Di-s construyó para protección de nuestros antepasados durante el largo y peligroso trayecto en el desierto, tras la Salida de Egipto.
Rosh Hashaná y Iom Kipur nos traen el mensaje de la Providencia Divina y el Juicio. Nos exhortan a examinarnos internamente, a arrepentirnos de las obras que hayan estado en contradicción con la Voluntad Divina, y nos llama a tomar firmes resoluciones para el nuevo año que se inicia.
Naturalmente, cada Festividad tiene sus matices y colorido, en adición a su parte fundamental, los importantes mensajes que intentan una y otra vez transmitir al hombre, los que deben reflejarse en su vivencia cotidiana.
Sobre todo hay un mensaje de especial significado que le es peculiar a cada Festividad, tal como lo hemos señalado anteriormente.
Si quisiéramos mencionar un mensaje especial que Rosh Hashaná y Iom Kipur nos traen con mucha fuerza, lo llamaríamos el "Mensaje de Hermandad". Consecuentemente, la temporada recibiría el nombre de "Época de Hermandad".
Nuestros Sabios dicen que "las transgresiones que existen entre el hombre y su semejante, en el Día de la Expiación, -Iom Kipur- logran la expiación Celestial solo cuando éste ha apaciguado a su hermano, contra el que ha pecado".
Esta es la temporada más apropiada para hacer enmiendas en nuestras relaciones con los demás hombres que nos rodean.
Si en el curso de nuestras relaciones con la sociedad o con otros seres humanos, hemos insultado o agraviado a alguien, éste es el momento más indicado para disculparnos y hacer enmiendas en la deteriorada relación.
Así, la época de Rosh Hashaná - Iom Kipur provoca una temporada de hermandad genuina, de amistad y afecto.
Debemos aprovechar correctamente esta excepcional oportunidad, teniendo en cuenta, además, los benéficos resultados que ocasiona la sensación de estar en paz con todo el mundo, desear el bien a todas las criaturas del universo, y, por encima de todo, saber que todos comparten este sentimiento en forma recíproca.
Ahavat Israel - el amor incondicional a cada judío es una Mitzvá – precepto de la Torá, tal como fuera escrito: "Y amaras a tu prójimo como a ti mismo', Este Mandamiento va mano a mano con aquel que estipula: "Amarás al Señor, tu Di-s, con todo tu corazón, con toda tu alma con toda tu fuerza"
En principio puede resultar extraño que se nos ordene amar a alguien, ya que tratándose de un sentimiento, es algo imposible de desarrollar a causa de una mera ordenanza. Cuando se habla de otros preceptos de la Torá, ya sea colocarse los Tefilín, vestir los Tzitzit, dar caridad. etc, de momento que se trata de una acción, aún cuando se trate de una orden, es posible llevarla a cabo sin grandes dificultades. ¿Se nos puede ordenar que amemos a alguien, y con todo el corazón?
El verdadero significado de estos mandamientos que conciernen al sentimiento, como ser el amor incondicional hacia otro judío, o el amor al Creador, implica que debemos hacer un esfuerzo que nos lleve a desarrollar y cultivar un sentido de hermandad hacia otros integrantes de nuestro pueblo, y de amor hacia Di-s.
A ello hemos de arribar en el momento en que tomemos conciencia de las intrínsecas cualidades que lleva un judío, sin miras a situaciones circunstanciales, cuando hemos de ver todo lo noble de nuestro semejante.
Meditando en dicho espíritu, hemos de apreciar factores que pasan desapercibidos al poco avizor y superfluo ojo humano. Ello nos llevará a despertar un sentimiento de cercanía (amor) hacia nuestro hermano, implementando exitosamente el cumplimiento de la ordenanza Divina.
Que esta sensación de hermandad y afecto mutuo y real no se dispense con algunos esporádicos actos de caridad.
Que sea genuina y real.
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