El Midrash comenta sobre el versículo precedente, "Di-s es mi luz en Rosh HaShaná, y mi salvación en Iom Kipur".

El Talmud declara que los pecados son cometidos sólo por insana, cuando una persona se ha vuelto loca (Sotá 3a). Ninguna persona racional haría algo que es dañino para ella. La persona que peca invariablemente tiene una distorsionada percepción y no puede ver que lo que está haciendo es destructivo. La pasajera gratificación física que provee el pecado ciega a la persona con respecto a los verdaderos hechos. El pecado no es diferente de la oscuridad de la ignorancia.

Cuando los ojos de una persona están abiertos a la verdad y ve el daño inherente en el pecado, entonces ya no sucumbirá a la tentación. Ser esclarecido apropiadamente es, por tanto, la llave para la acción de evitar todo pecado, y es la llave para teshuvá la cual dará lugar al perdón de Iom Kipur.

La iluminación lograda por la meditación en Rosh HaShaná conducirá por tanto a la salvación en Iom Kípur.

Moisés era como el sol, Josué como la luna (Babá Batrá 75a).

La luz puede ser provista de dos maneras. Uno puede ser una fuente de luz, o uno puede reflejar luz de otra parte, como un espejo.

La luz de Moisés era original. Mientras Josué, que no carecía de originalidad, su mayor contribución fue que reflejó la luz de Moisés, y con eso se volvió uno de los más grandes líderes de Israel.

"El alma del hombre es la lámpara de Di-s" (Proverbios 20:27). Todos tienen la responsabilidad de derramar luz sobre el mundo. Algunas personas pueden generar luz, mientras otras pueden iluminar el mundo reflejando luz.

A fin de reflejar luz, uno debe mantenerse cerca de la fuente que la genera. El espejo más prolijamente pulido no puede reflejar ninguna luz si es conservado en la oscuridad.