La Sra. Jeyena Avtzon había dado a luz seis hijos en Europa. Cuando ella y su marido, Rabbi Meir Avtzon, vinieron a los Estados Unidos, ella esperaba recibir un trato médico más avanzado y orientado hacia el paciente.
¡Qué sorprendida estuvo ella en su visita a un ginecólogo; él le dijo firmemente que ella nunca debería considerar tener otro hijo!
La Sra. Avtzon dijo al médico en forma tenaz que su trabajo era ayudar a las mujeres a tener hijos y no contarlos o aconsejarlas de no tener más. Cuando ella le contó al Rebe acerca del pronóstico de los peligros que podrían acarrearle futuros embarazos, el Rebe respondió con una bendición vigorosa, prometiéndole que ella tendría muchos más hijos.
Y así sucedió. Nueve niños más se incorporaron subsecuentemente a la familia Avtzon.
En 1981, el Rebe habló públicamente sobre la importancia de tener familias grandes en su discurso en la Convención de la Organización de Mujeres Lubavitch. Después, se decidió que la Convención cerrara con un discurso de una mujer que creció en una familia numerosa. Y no fue sorpresa que una de las hijas de la Sra. Avtzon fuera la elegida para dar el discurso.
Para muchos, la carga financiera de criar niños puede ser tan desafiante como darlos a luz. Durante un yejidut, el Rabbi Avtzon contó al Rebe que sus hijos estaban alcanzando la edad del matrimonio. El y su esposa nunca se habían preocupado acerca de sus propias finanzas, pero él quería ser capaz de dar a sus hijos una boda modesta y una dote.
El Rebe replicó; "Nadden (dote) material viene y va; el nadden espiritual permanece por siempre. D-os te dio el único regalo para ofrecer a tus hijos, el nadden espiritual. Este es el verdadero nadden. Tú puedes decirles esto a tus parientes venideros, en mi nombre cuando te sientes a discutir los detalles de las bodas."
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"Mucha de la gente que vive en la gran comunidad judía de Monsey, Nueva York, son nativos de la ciudad de Nueva York," dice el Sr Klein. "Me atrevo a decir que yo represento una gran porción de la gente que vive en Monsey, quienes no extrañan 'The Big Apple' [Apodo de la ciudad de Nueva York] en absoluto. Hay sin embargo, atracciones en la ciudad que están cerca de nuestros corazones. A pesar de que no soy un Lubavitcher, una de las cosas que trato de no perder cuando estoy en la ciudad es la oportunidad de recibir un dólar del Rebe los domingos de mañana."
"Quería compartir esta elevadora experiencia con mis vecinos, una pareja que había estado casada por quince años sin hijos. Al comienzo la pareja, afiliada a los jasidim de Satmar, estaba reacia a considerar la opción. Eventualmente, sin embargo, la mujer decidió que ella haría el viaje a Nueva York y buscaría conseguir la bendición del Rebe."
"Cuando ella volvió, la mujer contó desilusionadamente a mi esposa, 'Si esta fue una oportunidad para recibir una bendición de un tzaddik, entonces yo debo haber perdido el derecho."
"¿Qué sucedió?' preguntó mi esposa."
"Llegué a "770", explicó la mujer. 'La fila de mujeres era muy larga, de modo que tuve amplio tiempo para considerar cómo expresar mi pedido. Sin embargó, cuando finalmente llegué al Rebe, estaba tan abrumada por la tan reverente personalidad del Rebe que no pude articular una palabra."
"El Rebe me entregó un dólar y dijo: "Brajá vhatzlajá (bendiciones y éxito). Luego me dió otros dos dólares diciendo: Estos son para los chicos."
"Eso fue todo. Estaba tan emocionada, que no abrí la boca y nunca obtuve la bendición."
'Mi esposa respondió vehementemente. '¿Qué quieres decir que nunca conseguiste la bendición?' gritó ella emocionadamente. 'Recibiste una gran bendición! El Rebe te dio dos dólares por los hijos que tendrás!"
"La mujer se encogió los hombros, 'El Rebe no me bendijo específicamente para tener hijos. Estoy segura que él rutinariamente da a las mujeres judías dólares adicionales para sus hijos."
"Tomó un poco de trabajo convencerle de lo contrario. Sin embargo, exactamente nueve meses más tarde no hubo necesidad de convencer a nadie. La mujer dió a luz mellizos."
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"No. Yo no soy seguidor del Rebe,' me confió el hombre de aspecto erudito. 'En efecto estoy a la cabeza de un Kollel (un intenso programa de estudios de la Torá para adultos) y mi estilo de vida está lejos del jasídico. Pero reconozco la grandeza..."
Me acomodé para escuchar el relato de este hombre:
"Nací en París después de la Segunda Guerra Mundial, aproximadamente cuarenta y cinco años atrás. Quedé como hijo único, ya que mis padres eran de avanzada edad. Desde que era joven, sentí que mis padres estaban reteniendo algún secreto acerca de mi nacimiento."
"Me comprometí a la edad de veinticuatro años. Poco antes de mi boda, mi padre, que descanse en paz, me reveló la historia. Puedo verlo todavía, como se sentó cerca mío, con lágrimas viniendo a sus ojos cuando levantaba el velo de la confidencia de su secreto largamente guardado."
"Mis padres estuvieron entre los afortunados Judíos polacos que escaparon a Rusia durante la Segunda Guerra Mundial. Ellos se juntaron a grupos de refugiados sin hogar quienes iban de lugar en lugar hasta que llegaron a la ciudad de Tashkent en las montañas de los Cárpatos. Tashkent era un refugio provisorio para los refugiados, Incluyendo a muchos jasidim de Lubavitch."
'Mi padre siempre hablaba muy bien de los Lubavitchers a quienes él había conocido en Tashkent. Autosacrificio era su modo de vida. Ellos ofrecían ayuda y apoyo más allá de sus posibilidades. Sus oraciones reflejaban un compromiso profundo con el Judaísmo. Pero lo más sobresaliente era su intensa lucha para educar a los jóvenes, a pesar de todas las dificultades de aquellos duros años."
Mi conocido hizo una pausa, como para reflexionar en la historia de su padre y luego volvió a su relato:
"Mi padre ya tenía casi cincuenta años, y mi madre alrededor de cuarenta, cuando la guerra terminó. Ellos querían establecer un hogar. Afortunadamente, siendo ciudadanos polacos, ellos pudieron salir de Rusia. Se mezclaron con las masas migrantes que estaban cruzando Europa, y eventualmente hicieron su hogar en París. Estaban agradecidos de haber sobrevivido, pero enfrentaban la pena del no tener hijos después de un matrimonio de veinte años."
"Un día, poco después de que mis padres llegaron a París, mi padre conoció a un brillante jasid de Lubavitch. 'Tenemos el mérito de tener un gran huésped en la ciudad. El Rabino Schneerson, el yerno del Rebe de Lubavitch, ha llegado a París. El vino a dar la bienvenida a su madre, la Rebbetzin Jana Schneerson N"E, quien acaba de salir de Rusia."
"En varias ocasiones, mi padre se encontró con el Rabbi Schneerson en el Shul en la Pletzel en París y habló con él. Mi padre era un erudito estudioso y adoraba estas charlas con Rabbi Schneerson. Durante una de aquellas conversaciones, el Rabbi Schneerson preguntó sobre las experiencias de mi padre durante la guerra. Cuando él tocó el tópico de la familia, mi padre explicó con lagrimas que él no tenía hijos."
"Con compasión en sus ojos, Rabbi Schneerson tomó la mano de mi padre cálidamente y lo bendijo: 'Que D-os te Permita cumplirla mitzvá de Vehigad'ta Ievinja ("Relates a tus hijos...")1 el año próximo."
"El año siguiente, yo tenía dos meses de edad cuando se acercaba Pesaj. Pasaron dos años más y mis padres emigraron (le Europa a Israel. Desde la época que yo puedo recordar, el Seder ha sido siempre una experiencia emocionante para mi padre. El siempre explicaba sobre avadim hayinu2 pacientemente, extensamente y con mucho amor y alegría.'
"No pude apreciar la intensidad de mi padre en el Seder hasta que él reveló la historia de mi nacimiento."
Mi conocido estaba visiblemente emocionado mientras relataba la historia de su padre. Podía ver sus ojos resplandeciendo en los bordes. Antes de que pudiera pensar en una respuesta apropiada, él agitó su mano como si me hiciera señas para no interrumpirlo.
"Y eso no es todo" exclamó él. "Hace tres años, mi hija se casó con un estudiante de yeshiva de Lakewood, New Jersey. Ella debía dar a luz el Pesaj siguiente. Habíamos planeado un viaje de familia a los Estados Unidos para pasar la fiesta juntos, y celebrar la llegada de nuestro nieto. Mi esposa viajó un mes antes para ayudar a mi hija, mientras que mis hijos menores y yo llegaríamos a New Jersey una semana antes de Pesaj."
"En esa época, le dije a mi yerno, 'Me gustaría ver al Rebe de Lubavitch y que mi hijo menor reciba su bendición."
"Mi yerno estaba menos entusiasmado. Su propia comunidad no tenía muchos seguidores del Rebe, y él no sentía la necesidad de hacer un viaje de dos horas. Yo, sin embargo, no iba a ser disuadido. Cuando mi yerno vio que estaba resuelto a ir, él me dijo acerca de la oportunidad de encontrarme brevemente con el Rebe el domingo de mañana, cuando el Rebe distribuye dólares para ser dados en caridad. Acepté inmediatamente y mi yerno arregló el viaje para mi y mi hijo menor."
"Nos acercamos al "770," y nos sorprendió ver una fila serpenteante de una cuadra de largo de personas que esperaban para ver al Rebe. Durante aquellas horas en las cuales esperábamos nuestro turno, conté a mi hijo la milagrosa historia de mi nacimiento."
"Estuvo muy conmovido al escuchar la historia. 'Estaba sorprendido de que tú estuvieras tan decidido a venir aquí', dijo él, 'y no sabía por qué estabas dispuesto a esperar tanto tiempo. El tiempo siempre ha sido muy precioso para ti. Ahora comprendo."
"Finalmente, después de horas de avanzar pulgada por pulgada, llegamos a un punto desde donde podíamos ver la presencia distinguida e impresionante del Rebe. Había un tangible espíritu de divinidad en el aire. Yo estaba sorprendido por la predisposición del Rebe a pesar de las numerosas horas de hablar a miles de personas que pasaban frente a él. El bendecía a cada uno y les entregaba la tzedaká personalmente.
"A pesar de que la linea de personas pasaba rápidamente, podía ver que algunas de ellas decían algo al Rebe y que él respondía. No había planeado decir nada. Solo quería verlo y acercarme una vez. 'Quizás era mi necesidad personal de agradecerle por la bendición que él dió a mis padres, la cual culminó con mi nacimiento', pensé para mí mismo."
"Nuestro turno llegó mas rápidamente de lo que yo había anticipado. El Rebe dió a mi hijo, que estaba parado delante de mí, un dólar. 'Brajá v'hatzlajá' dijo el Rebe. Luego él le preguntó en Yidish '¿Estás preparado para hacer las Cuatro Preguntas?' Mi hijo fue tomado por sorpresa, pues no esperaba que el Rebe se dirija a él. Percibiendo su sorpresa, el asistente del Rebe explicó la pregunta."
'Mi hijo retomó la compostura y respondió, 'Sí'. El Rebe sonrió y le entrego otro dólar, "Este es por las Cuatro preguntas", dijo él."
"Cuando yo me acerqué al Rebe él me pasó un dólar diciendo: 'Brajá v'hatzlajá'. Me entregó un segundo dólar, 'por la respuesta a las Cuatro Preguntas.' Luego me dió una muy profunda y penetrante mirada y con una tremenda sonrisa agregó: 'Y para Vehiad'ta Ievinjá."
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Cada año, él va junto al Rebe el día antes de Yom Kippur cuando el Rebe distribuye Leikaj (torta de miel) y da bendiciones a sus seguidores para el año nuevo venidero.
Una vez llevó a un amigo quien no había tenido hijos por arios años desde el matrimonio. El Rebe dió al amigo de Rabbi Nieman su bendición de costumbre de un año bueno y dulce. El amigo contó al Rebe que él no tenía hijos.
El Rebe replicó: "Te bendije con 'Un año bueno y dulce', esto incluye hijos."
Un poco más de nueve meses más tarde la esposa del amigo dió a luz.
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"Queremos hijos desesperadamente," dijo la mujer a su Rabbi Yossi Goldman, uno de los shlujím de Lubavitch en Sud Africa. "Ya he tenido una pérdida y los médicos son muy pesimistas acerca de mi capacidad de sobrellevar un embarazo exitoso. Hemos analizado la posibilidad de adoptar un niño y las agencias han localizado un varón para nosotros. ¿Deberíamos adoptar el niño o esforzarnos para tener el propio?"
Rabbi Goldman tenía mucha experiencia en aconsejar familias, pero ésta era una responsabilidad que él no quería aceptar solo. Con sensibilidad y tacto, ayudó a la mujer a componer una carta al Rebe.
La respuesta del Rebe no demoró en venir. "Tú podrás tener tu hijo propio. No hay necesidad de adoptar."
Poco después la mujer se embarazó. En nueve meses de embarazo surgieron muchas complicaciones. Cada vez escribía al Rebe, y cada vez el Rebe le respondía con confianza y fe. Finalmente, ella dió a luz un saludable bebé.
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"Hace aproximadamente cinco años, cuando yo trabajaba en el Centro Médico de Kingsbrook en Brooklyn" relata Renee Javer, "me dieron una copia de L'Jaim, un boletín semanal Lubavitch, unos muchachos jóvenes que venían al hospital cada viernes para levantar el espíritu de los pacientes y distribuir literatura."
"La publicación era interesante y me suscribí. Esto abrió la puerta a un mayor interés en el Judaísmo y subsecuentemente, me suscribí a otras publicaciones Lubavitch. Después de varios años, un sheliaj de Lubavitch llamó y preguntó si estaba interesada en 'aprender'. En esa época, me había jubilado recientemente, mi madre estaba muy enferma y sentí la necesidad de guía espiritual —acepte en el acto."
"Me contactó una mujer joven y agradable y estudiamos juntas varios meses. Intercambiábamos más que conocimiento y nos volvimos amigas íntimas. En ese circunstancia, ella me invitó a un desayuno-almuerzo de domingo en Crown Heights a ser llevado a cabo por mujeres quienes habían comenzado a participar de estas sesiones de estudio. Estuve feliz de asistir."
"Después de la actividad, mi amiga me preguntó si quería ver al Rebe. Había oído que cada domingo el Rebe distribuía tzedaká, pero no había pensado nunca ir yo misma. Después de una palabra de amable persuasión, decidí unirme a la fila."
"Mientras estábamos esperando frente al "770," mis emociones comenzaron a subir. Cuando finalmente me paré frente al Rebe, estaba presa de temor reverente. Con lágrimas en los ojos, le conté que mi nuera deseaba tener otro hijo, pero estaba encontrando dificultad."
"Piense positivamente,' replicó el Rebe, asegurándome que ella tendría un niño."
"Mi amiga dispuso para que una foto de mi encuentro con el Rebe sea sacada. Trece meses más tarde, mi nuera dió a luz un varón. Hoy, las dos fotos —yo con el Rebe y mi nuera y su hijo— están sobre ¡a puerta de mi heladera. Cuando las ven amigos y familiares, ellos hacen preguntas y ello acarrea una discusión maravillosa."
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