Hay una bien conocida y sabrosa historia de un hombre desesperado que alzó la vista hacia Di-s: "Di-s, tu has prometido que caminarías a mi lado, pero cuando veo detrás de mi sólo veo un par de huellas marcadas en la arena de mi vida".

Y una voz cuidadosa y compasiva respondió: "Hijo mío, esas huellas que vez son mías, cargándote mientras realizas tu travesía".

Leemos en este Shabat cómo, después del predicho galut-exilio que sufrimos actualmente (y si ustedes piensan que no están sufriendo, eso muestra cuan ciegos a nuestra antinatural existencia nos hemos vuelto), "Di-s retornará a su hogar…". Nota: No "Di-s los retornará a su hogar", sino que Él también está en el exilio, como quien dice, y la redención futura verá a Di-s Mismo recuperando su lugar correcto, como si dijéramos, en nuestra patria común.

Que Di-s nos acompaña en cada paso y etapa de nuestras vidas, sin abandonar ni rechazar a un solo judío, se comprende y aun se espera. La implicación que rompe con la teología del versículo anterior es que, de alguna manera, Di-s espera y ansía nuestra redención cuando Él también "vendrá a casa".

Los prisioneros no pueden escapar sin ayuda del exterior. Alguien que contrabandea una lima, soborna a los guardias o maneja el auto para la huida. Dejar el exilio no es diferente. Confiamos en Di-s para quebrar los límites de nuestra separación y quitar los obstáculos tanto físicos (antisemitas, atentados en los autobuses, etc.) y psicológicos (ambición) entre el camino en el que estamos y el camino en el que debemos estar.

Sin embargo Di-s preparó la ruta de escape, como quien dice, desde antes de la expulsión y el exilio. Tenemos la garantía de que Di-s está preparado, desea y espera, redimirnos y unirse a nosotros y llevarnos de la mano para recuperar nuestro estado real —libertad para ser verdaderos judíos y verdaderamente judíos.