Hace unos 18 años un amigo mío viajó del Uruguay a Brooklyn a ver al Rebe y recibir su bendición. Durante unos diez años iban miles de personas todos los domingos a ver al Rebe y recibir su bendición. Mientras mi amigo estaba esperando su turno, se le aproximó una mujer indigente y le pidió una limosna.
El hombre le dio el cambio que tenía en el bolsillo: 50 centavos.
La mujer miró las dos monedas y le dice al hombre: ¿Por solo medio dólar quiere ver a mi Rebe?
Luego de escuchar esta anécdota y reírme por la actitud de la mujer, me puse a pensar que en realidad la mujer tenía razón, el Rebe era suyo.
No sólo de ella; también de ella.
Quisiera en esta oportunidad –a pocos días del aniversario de su fallecimiento- explorar la tarea del Rebe y la naturaleza del vínculo entre el Rebe y nosotros.
Empecemos por aclarar que el título 'Rebe' implica más que un rabino. 'Rabino' quiere decir 'maestro', mientras que Rebe o Rabí son siglas de tres palabras hebreas: Rosh Bnei Israel, o "Cabeza del Pueblo de Israel".
Rebe implica no solo un líder, sino "cabeza".
¿Cuál es la tarea de la cabeza?
De hecho tiene varias tareas: percibe, dirige, vitaliza y sensibiliza.
Es la cabeza la que ve y escucha lo que sucede alrededor de uno. Es la cabeza la que percibe las oportunidades hacia las cuales dirigirse como también los peligros de los cuales huir.
Es la cabeza la que determina cuál debería ser el comportamiento del cuerpo.
Es la conexión con la cabeza lo que vitaliza y sensibiliza cada órgano. El dedo del pie siente porque está conectado con la cabeza. Si esa conexión se interrumpiera, no sentiría más nada.
Tal como ocurre con el cuerpo físico de cada individuo, ocurre también con el cuerpo espiritual del pueblo judío. Cada integrante del pueblo judío es como un órgano que depende de los demás y a la vez los completa. Pero para que funcione óptimamente debe estar conectado con la cabeza.
Sin esa conexión puede ser que sea independiente pero no será funcional. Si la pierna va para donde le parece, independientemente de dónde la cabeza entiende que debería ir, no llegará a dónde debe llegar...
Cada uno de nosotros está compuesto de dos componentes: alma y cuerpo.
Hay dos maneras de ver esa interrelación: 1) Soy mi alma y tengo un cuerpo; 2) Soy mi cuerpo y tengo un alma.
Según la primera definición, uno percibe que su razón de ser es el propósito por el cual haya sido creado y el cuerpo es nada más que una herramienta por medio de la cual cumplir con su tarea. Según la segunda definición, uno parte de la base de que lo principal es su cuerpo con sus deseos a los cuales aspira satisfacer. El alma vendría a ser como la 'pila' que lo hace funcionar...
La mayoría de nosotros tenemos un conflicto continuo entre ambas dimensiones y perspectivas. El alma tira hacia arriba y el cuerpo tira hacia abajo... Es por medio de la ingerencia de la "cabeza" que se puede lograr la armonía entre ambos y encausarlos.
Esa es la función principal del Rebe, la 'cabeza' de la generación. Es por medio de la conexión con la cabeza que el 'cuerpo' funciona como debe.
¿Cómo se hace para conectarse con la cabeza?
Principalmente por medio de estudiar sus enseñanzas y ponerlas en práctica. Las prolíficas enseñanzas del Rebe abarcan no solamente la teoría, sino también la práctica de todos los aspectos de la vida diaria y ayudan a quien se aproxima a ellas a acceder y activar la esencia misma de su propio ser judío y vivir acorde. Ayuda a pensar como judío, a sentir como judío y a actuar como judío.
Han pasado 15 años desde que el Rebe falleció. Por más que lo extrañemos, esa ausencia física ha servido para reafirmar la actualidad, vitalidad y lo visionario de sus enseñanzas. Está en nosotros buscar, descubrir y conectarnos con esas enseñanzas e inspiración para liberar al máximo el potencial espiritual que tenemos.
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