Dicen que “no puedes bailar en dos casamientos a la misma vez”. Pero según las enseñanzas del Maguid de Mezritch sí puedes.
La lectura de la Torá de Vaishlaj comienza: “Y Jacob envió ángeles delante de Esav, su hermano” (Génesis 32:4). Jacob lucha para reconciliarse con su salvaje hermano Esav, que está determinado a vengarse de Jacob por robarle las bendiciones de su padre.
Comentando las palabras “Y Jacob envió ángeles”, Rashi dice: “Ángeles reales”. El Maguid de Mezritch dice: “Sólo el aspecto “real” de los ángeles le envió a Esav, pero el componente espiritual se mantenía siempre con Jacob”.
Algo no está bien aquí. Parecería que el objetivo de Jacob en el envío de los ángeles, era que ellos ejercieran sus inmensos poderes espirituales para neutralizar la hostilidad de su hermano Esav. ¿Por qué el Maguid propone que en el envío de los ángeles, Jacob retuvo estos poderes espirituales, enviando una versión más común de los ángeles en su lugar?
Pero las palabras del Maguid pueden ser entendidas de otra forma, más mágica.
Los ángeles traen todo de sí mismos para el encuentro con Esav. Están totalmente equipados, en la realidad, así como también espiritualmente, para hacer frente a este formidable desafío. Sin embargo, mientras que luchan para realizar su misión, nunca dejan de darse cuenta de que estar con Esav no es su destino final. Ellos se apuran en terminar y reunirse con Jacob. Así, mientras los ángeles están con Esav en la realidad, siguen estando espiritualmente conectados con quien los envió.
Y es este vínculo inquebrantable que provoca el éxito de los ángeles. Sólo permaneciendo firmemente conectados con su fuente, el virtuoso Jacob, los ángeles pueden estar seguros de tener éxito en su esfuerzo de refinar a Esav.
Así también es la historia de nuestras vidas.
Nosotros también estamos en una misión. Nuestras almas se han enviado desde lo alto, para investirse en un cuerpo. Al mismo tiempo, se nos ha imbuido con las herramientas necesarias para dominar, refinar y elevar nuestro entorno.
Es imprescindible que para enfrentar esta prueba, tengamos el arte de bailar simultáneamente en dos casamientos. Mientras enviamos a nuestro ángel mensajero a nuestra alma para vencer, debemos mantener firme nuestro propio “Jacob”, la fuente de nuestra alma Divina, que nunca puede ser manchada.
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