Quizás el más misterioso incidente en la Torá de la vida de Iaacov sea la batalla nocturna descrita en los versículos finales del capítulo 32 del Génesis. Iaacov se está preparando para su encuentro con Eisav al día siguiente.

Él transporta a su familia por el arroyo de Iabok, pero "se quedó solo detrás" (según el Talmud, se queda para recuperar algunos "pequeños frascos" que dejó atrás). Allí, "un hombre luchó con él hasta el alba". Iaacov se lastima en la pelea, pero sale invicto. Al alba, su contrincante le suplica a Iaacov que lo deje ir. Iaacov le contesta: "No lo permitiré hasta que me bendigas". El hombre accede y le confiere el nombre Israel, "porque has lidiado con lo divino y con el hombre y has prevalecido". (Israel, en hebreo, significa "él, quien prevalece sobre lo divino")

¿Quién es este hombre con quien Iaacov luchó? Según los Sabios, él es "el ángel de Eisav", y la lucha que "levantó el polvo en el Trono Celestial", es la lucha cósmico entre dos naciones y dos mundos—la espiritualidad de Israel y la materialidad de Edom (Roma). La noche a través de la cual ellos lucharon es el largo y oscuro galut ("exilio"), en el cual los descendientes de Iaacov sufren heridas corporales y angustia espiritual, pero emergen victoriosos.