El nombre “Israel” no reemplazó el nombre original de Jacob, sino que lo complementó. Expresó un nuevo estado más elevado que ahora se le otorgaba. Mientras que “Jacob” tuvo que luchar con Esaú para asegurarse las bendiciones de Isaac, esas bendiciones eran ahora otorgadas abiertamente a “Israel” por el ángel guardián de Esaú.
Los dos nombres de Jacob representan las dos formas en las cuales interactuamos con el mundo. A veces el mundo material o nuestras propias tendencias materialistas se interponen con nuestra consciencia Divina o con nuestra misión en la vida; debemos entonces, como “Jacob”, luchar para revelar la Divinidad subyacente del mundo material. En otros momentos, el mundo puede ser usado como un medio para aumentar la consciencia Divina o cumplir con nuestra misión Divina; en esas ocasiones, nuestro desafío, como “Israel”, es usar esas oportunidades tanto para llevar al mundo a un estado superior de consciencia Divina como para promover nuestro propio crecimiento espiritual.1
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