Jacob se refiere aquí a la futura transformación de Esaú en la Era Mesiánica, “hasta que alcance a mi amo (Esaú) en Seir”. El enfoque de Jacob con Esaú nos enseña cómo neutralizar la hostilidad potencial de los “Esaús” que encontramos a lo largo de nuestro exilio:
Si caemos presa de las comodidades externas del exilio o nos sentimos subordinados al poder de Esaú, nuestra actitud se convierte en una profecía autocumplida y nuestro exilio nos comienza a gobernar verdaderamente. Para neutralizar el poder de Esaú, debemos ver detrás de la fachada del exilio a su propósito interno, que es permitirnos preparar al mundo para la Era Mesiánica. En esa era, “Esaú” va a ser sometido y transformado. Al ver la larga aventura de nuestro exilio como un viaje hacia Seir, enfocándonos en nuestro objetivo final, “Esaú” se vuelve inofensivo incluso durante el exilio.1
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