Abraham se mudó de Hebrón a Filistea, y cuando tenía 100 años y su esposa Sara 90, nació su hijo Isaac. Entretanto, Ismael el hijo de Hagar no se mostraba receptivo a la educación moral que estaba recibiendo de Abraham. Para evitar que sea una influencia negativa para Isaac, Sara insistió en que Abraham expulse a Hagar e Ismael. Abraham estaba renuente a hacerlo, pero Di-s validó el juicio de Sara.
Poder Femenino
וַיֹּאמֶר אֱלֹקִים אֶל אַבְרָהָם . . . כֹּל אֲשֶׁר תֹּאמַר אֵלֶיךָ שָׂרָה שְׁמַע בְּקֹלָהּ וגו': (בראשית כא:יב)
Di-s le dijo a Abraham, “...En todo lo que Sara te diga, escucha su voz.” Genesis 21:12

Cuanto más en sintonía está un profeta con los asuntos del mundo, mayor es su grado de profecía. Dado que Abraham estaba algo desapegado de los asuntos mundanos, no podía percibir la verdadera negatividad de Ismael. Sara, en cambio, estaba más involucrada en asuntos materiales, por lo que fue rápidamente capaz de percibir el mal de Ismael. Su visión profética era por lo tanto superior a la de Abraham.

Además, se nos enseña que en la Era Mesiánica, el aspecto femenino de la creación se elevará por encima del masculino. El refinamiento espiritual de Abraham y Sara era tan elevado que les permitió a ellos experimentar un anticipo de la Era Mesiánica. Por esta razón, también, la visión profética de Sara era superior a la de Abraham.

Hoy en día, a medida que nos acercamos a la Era Mesiánica, todos podemos dar la bienvenida al florecimiento del poder femenino en el mundo, reconociendo que la experiencia más intensa de la vida física de las mujeres les otorga un nivel superior de visión espiritual que aquella dada a los hombres.1