A las 6:04 de la mañana me di por vencida. Podría sacar jugo de una roca más fácilmente de lo que podría sacar de mi misma una serie de palabras. Durante dos horas negras alterné mi vista entre el libro y la pantalla de la computadora antes de enviarle un mail a mi editor: “Lo siento, esta semana no tengo artículo de la Parashá”. ¡¿Por qué habré pensado que podría escribir?!

Las palabras del libro eran meramente informativas pero no inspiradoras. Hice círculos alrededor de ellas pero no pude encontrar una entrada, y mis dedos se agotaron. En la Torá podía ver la historia de un héroe antiguo, pero no podía ver una historia para mí.

 Su respuesta llegó a las 9 de la mañana. Mi renuncia no fue aceptada tan fácilmente como esperaba.

“¿Qué tal algo de Janucá?”

Me preparé para reabrir el libro, para encontrarme nuevamente con la alienación. Esta vez leí algo que el Rebe había hablado sobre la Menorá. Y sobre el bloqueo mental del escritor.

Cada acción judía, explica, tiene una cáscara y un alma. La cáscara es la instrucción a cumplir: qué hacer, dónde y cuándo hacerlo. Rebana dos Jalot en Shabat, en tu casa, y di una bendición. ve a la página 119 del libro de rezos y recita esas palabras en la tarde. Pero si puedes abrir la cáscara de los rituales, verías un alma pura. La comida de Shabat parecería como unos rayos de luz cargados espiritualmente rebotando dentro de la casa. Da vuelta cualquier Mitzvá y verás una luz, una luz activa y energética que se siente atraída por la oscuridad y busca hacer brillar todo rincón oscuro.

Da vuelta cualquier Mitzvá y verás... una Menorá. Corrientes de luz. La Menorá tiene el don de la transparencia, su cáscara es su alma, sus cualidades físicas solamente proyectan su existencia metafísica.

Nos conectamos con D-os encendiendo una llama. Mientras incrementamos las llamas de la Menorá cada noche, la luz metafísica que es creada también gana en energía y potencia. La Menorá quiere ser encendida de noche, así como su luz interna tiene afinidad hacia la oscuridad y siempre busca iluminar donde no hay otra luz disponible. La Menorá no tiene fachada, su esencia está expuesta a través de su ritual.

Encender la Menorá de Janucá es un regalo magnífico que recibimos de D-os luego de luchar por nuestra libertad del dominio griego. Los imperialistas griegos eran maliciosos en su intento de exterminar el espíritu judío y silenciarnos al sometimiento. A pesar de que prohibieron el estudio de la Torá bajo pena de muerte, muchos judíos ignoraron esta amenaza y arriesgaron sus vidas para aferrarse a la Torá y los mandamientos de D-os.

Este tipo de sacrificio y compromiso es como estar colgado de una cuerda que se sacude violentamente. Demanda una enorme concentración y aferrarse muy fuerte para mantenerse colgado. Sin ningún apoyo externo, toda la fuerza tiene que ser generada internamente. Los judíos que defendieron sus creencias a pesar del dominio griego tuvieron que escurrir hasta la última gota de esfuerzo y compromiso para luchar por su libertad. Se presionaron a si mismos para extraer cualquier pequeña gota de combustible interno para sostener su batalla.

Bueno, esas gotas fueron muy preciosas para D-os. Abastecieron una victoria milagrosa contra el arrollador ejército griego. Tan orgulloso estaba D-os que Él también proveyó unas gotas de aceite que alimentaron la luz por muchos más días que los esperados.

La Menorá nació de la lucha y el compromiso. Un desafío es como una cáscara gruesa y opaca que parece desprovista de esperanza y luz. Pero irónicamente es el compromiso frente al desafío lo que genera una luz delicada y poderosa que hace que la cáscara se vuelva transparente y refleje la luz que tiene dentro.

En el Shabat de Janucá leemos en la Torá la historia del ascenso de Iosef al poder, esto es así porque la historia de Janucá es también la historia de Iosef.

“Al cabo de dos años cumplidos...” cuando el Faraón tuvo sus ominosos sueños.

Iosef estaba languideciendo en prisión. Los más aptos estaban sobreviviendo y abusando de los justos, y la luz no se veía por ningún lado.

Pero Iosef se mantuvo comprometido con la luz. Y un día la luz irrumpió a la vida.

En un día Iosef pasó de ser un prisionero a segundo en el reino de Egipto. Como un resorte que se estira completamente y luego se libera, el poder que Iosef aplicó en su oscura celda de la prisión lo proyectó directamente hacia las cámaras internas del rey.

En mi propia pequeña forma yo también conozco bien esa oscura celda. Cuando todo lo que veo son letras y palabras pero no puedo escuchar la música detrás de ellas. Y la luz que extrae los detalles aislados en un tapiz luminoso está oscurecida.

Pero aquí está lo que dice el Rebe: si permaneces golpeando a la puerta de la cáscara puedes extraer una luz que es tan profunda que va a convertir a la cáscara misma en algo transparente.

Puedes llegar a extraer una Menorá.