¿Cómo se le comunica a una mujer que ha perdido a su marido y a dos de sus hijos? ¿Cómo procedemos con este tipo de noticias?

¿Ella estaba tomando un café a la mañana cuando sonó el teléfono o un vecino le tocó la puerta? ¿Estaba limpiando la casa para Pesaj o ya había salido? ¿Dónde estaba la señora Sandler cuando le dijeron que su marido de 30 años y sus hijos de 3 y de 6 años murieron porque fueron tiroteados en la puerta de la escuela?

Perder un ser querido siempre es trágico. Perder a tus hijos y a tu marido por un asesino a sangre fría que les disparó a quemarropa mientras esperaban para entrar a la escuela es intolerable.

No hay palabras. No hay palabras para expresar el dolor y la angustia que tienen las familias de las cuatro preciosas vidas que fueron arrancadas en el atentado de Toulouse.

En este mismo momento, hay otras víctimas luchando por sus vidas. Urge que se recuperen y continúen sus vidas. Además, aquellos que no sufrieron consecuencias físicas luego del atentado, convivirán con un trauma que, en el caso de los chicos, es profundo e inimaginable. Toda la comunidad está en shock.

Y el shock lleva al silencio. Esta es la razón por la cual en la tradición judía la primer comida de los deudos es un huevo duro, porque el deudo no tiene boca. Esta es la razón por la cual cuando visitamos a un deudo, solamente cuando él nos habla y decide entablar una conversación es apropiado hablar con él. Si el deudo prefiere el silencio, lo correcto es respetarlo y mantenerse en silencio.

Pero en función de las circunstancias, ¿debemos quedarnos callados? ¿Debemos dejar morir a los inocentes sin hacer escuchar nuestras voces?

Nuestros hermanos en Francia no pueden hablar. Les quitaron la voz, por ahora.

Mientras ellos viven su duelo, nosotros debemos hablar por ellos. Nosotros debemos hacerle saber al mundo que no pensamos irnos a ningún lado, que nuestras voces serán más fuertes por más que quieran acallarnos. Estos terroristas y sus seguidores lograron provocarnos un gran dolor. Provocaron una gran pérdida a las familias y amigos de las víctimas, a toda la comunidad y al mundo judío entero, pero no nos destruyeron ni nos destruirán.

A lo largo de la historia, intentaron destruirnos una y otra vez, y aquí estamos. Hoy, a dos semanas de la festividad de Pesaj, recordamos las condiciones terribles de esclavitud física, mental y espiritual a la cual fueron sometidos nuestros ancestros. Fuimos torturados y asesinados. Y de todos modos, sobrevivimos. En el seder de Pesaj, no solo recordamos el sufrimiento, sino que también proclamamos y reivindicamos la redención y la libertad que logramos alcanzar.

Como esclavos, no teníamos voz. Éramos silenciados. Sin embargo, la palabra Pesaj significa “la boca que habla”, Pe- es boca y Saj, habla. En Pesaj, recuperamos nuestras voces.

Hoy estamos de duelo. Hoy lloramos. Pero también debemos hablar. Debemos hablar por los que no pueden hacerlo. Y debemos hablar para asegurarnos que nunca puedan silenciarnos.