Antiguamente, se honraba a una sola persona con la recitación del Kadish en la sinagoga; con el tiempo, todos los dolientes fueron entrando en escena.

El problema era que cuando había más de un doliente diciendo el Kadish, el conjunto podía sonar como un ruidoso rebaño de gansos arameos. Y tal como hemos explicado, el principal objetivo de esta práctica no es decir el Kadish, sino que todos respondan.

Ahora bien, resulta bastante difícil responder a diez gansos que graznan cada uno a otro ritmo diferente. Por eso, es muy importante que todos entren en la misma sintonía.

En muchas sinagogas, se requiere que todos los dolientes se paren en una misma línea. En otras, se pide que el doliente siga al que lidera los servicios. Si ves que no puedes mantener el ritmo, trata de pararte cerca de los demás y lee en voz más alta para que ellos se den cuenta y detengan su ritmo un poco. Por lo general, la gente es muy considerada en lo que respecta a esta clase de temas. Nunca sientas vergüenza de hacerlo demasiado lento. Es una casa de plegaria, no una pista de carreras…