En mérito de Naftali Frankel (Iaakov Naftali ben Rajel Devorá), Gilad Shaar (Guilad Mijael ben Bat Galim), Eial Ifrach (Eial ben Iris Teshura)
¡Que vuelvan a casa pronto, sanos y salvos!
¿Qué vale más en la vida judía, la acción o los sentimientos? En otras palabras, ¿tiene más valor hacer las cosas sin sentirlas o sentirlas sin hacerlas?
Muchas veces escucho el argumento por no cumplir con tal o cual precepto: “porque no lo siento”. También se escucha el argumento, “No tengo que cumplir con los rituales ya que siento a D-os en mi corazón y con esto me alcanza”.
Me hace recorder la historia de un Rabino que estaba caminando por la calle y vio a un hombre gordo fumando.
“¿Por qué fumas?” preguntó. “¿No sabes que hace mal para la salud?”
“Resulta que comí mucho y el fumar me ayuda con la digestión,” respondió.
Al rato se cruza con un flaquito que está fumando. “¿Por qué fumas? ¿No sabes que el fumar hace mal para la salud?”
“Resulta que hace días no como y el fumar me ayuda a calmar el hambre,” respondió.
Levantó el Rabino sus ojos al cielo y dijo: “¡Amo del Universo! ¡¿Por qué no le sacas un poco al gordo y se lo das al flaco y así ninguno tendrá necesidad de fumar?!”
Diferentes perspectivas
La verdad es que todos somos diferentes y todos tenemos nuestros desafíos particulares. Para alguno el desafío es no conformarse con los sentimientos y para otros el desafío es no conformarse con la acción.
Veamos.
La semana pasada leímos en la Torá sobre los doce espías que Moisés envió a recorrer la tierra de Canaan en preparación a su conquista. Volvieron con un informe negativo. “Es una tierra que traga a sus habitantes,” dijeron. “No la vamos a poder conquistar.” Citamos las enseñanzas jasídicas que explican que su preocupación no fue por el lado físico, ya que presenciaron tantos milagros que no tenían porqué dudar de un nuevo milagro. Su preocupación fue más bien por el lado espiritual. Los judíos en el desierto no tenían preocupaciones materiales y podían dedicarse a la vida espiritual. Temían que al entrar a la tierra fértil de Canaan iban a ser tentados a explotar su potencial y la vida espiritual iba a ser relegada a segundo plano o hasta ignorado por completo.
Su error fue que el objetivo por el cual D-os creó al mundo no fue para que se ignore el aspecto físico y material, sino para que se “conquiste” y encause hacia el objetivo por el cual ha sido creado: servir como herramienta por medio de la cual poder plasmar la dimensión Divina también en el plano terrenal.
El episodio de los espías y sus consecuencias crearon las condiciones para el episodio con el cual abre la lectura de esta semana, Kóraj1
Kóraj era un personaje respetado dentro del pueblo judío de aquel entonces. Se sintió ofendido por el hecho de que Moisés y su hermano Aarón ocuparan posiciones tan altas dentro de la sociedad. “Todos los integrantes de la congregación son sagrados y D-os se encuentra en ellos,” dijo. “¿Por qué se elevan uds. por encima de la congregación de D-os?”
La queja de Kóraj en su esencia fue: Si el servir a D-os fuese una tarea nada más que en el plano espiritual, podría entender en qué son superiores Moisés y Aarón. Su nivel espiritual es indiscutiblemente superior al de los demás. Pero si lo principal en el servicio a D-os está en el plano físico, como se vio en el episodio de los espías, ¿dónde está la diferencia entre Moisés y Aarón y el resto del pueblo, ya que en el plano de la acción somos todos iguales?
En otras palabras: las dos historias de los espías y de Kóraj representan dos argumentos diferentes. Los espías argumentaban que lo principal es el nivel espiritual de uno y la entrada a Israel iba a perjudicarlo y Kóraj argumentaba que si lo principal es la acción, ¿qué importancia hay en el trabajo espiritual personal?
Moisés les contestó que la designación de Moisés y Aarón a sus respectivos cargos no era por su iniciativa personal, sino por la iniciativa de D-os. “Esperen hasta la mañana y entonces D-os hará saber a quien ha elegido,” dijo.
“Mañana” vs. la mañana
Para ver el final de la historia, lo invito, querido lector, a leerlo en el original. Lo que quiero compartir aquí es la respuesta de Moisés: “Esperen hasta la mañana…”. ¿Por qué los hizo esperar hasta la mañana? El comentarista bíblico Rashi trae dos explicaciones: 1) quizo darles la oportunidad para arrepentirse y retractar su rebelión; 2) quizo señalarles que así como no se pueden anular los límites que D-os puso entre el día y la noche, de la misma manera no se puede anular el cargo que D-os le dio a Aarón.
El Rebe pregunta: ¿Cómo queda respondida la pregunta de por qué les hizo esperar “hasta la mañana”, no podía haber logrado lo mismo diciéndoles que esperaran hasta la noche?
Explica que aquí yace un mensaje más profundo. Moisés quiso hacerles entender que el objetivo del cumplimiento de las Mitzvot es 1) manifestar la presencia de D-os en el plano físico 2) de una manera evidente.
Si bien tener diamantes es algo valioso, no alcanza; deben ser pulidos y deben brillar.
Enseñanza práctica
La enseñanza que el Rebe extrae de todo esto para cada uno de nosotros:
1) No alcanza con sentir a D-os en el corazón; hace falta también expresar Su presencia en el plano de la acción.
2) No alcanza con sólo hacer con perfección las cosas que D-os quiere que se haga en el plano físico; hace falta también asegurar que dichas acciones “brillen”, que irradien una luz espiritual que sirva para iluminar al mundo que nos rodea y para inspirar a todos que vienen en contacto con dicho comportamiento.
Aplicado a la vida cotidiana:
El hombre se compone de alma y cuerpo y la tarea es descubrir y manifestar la dimensión Divina inherente en ambos.
Para algunos el desafío está en cumplir las cosas “religiosas” en la práctica, ya que se conforma con “sentirse muy judío”. Para otro el desafío está en crecer personal y espiritualmente, y que sus actitudes para con el prójimo y el mundo que lo rodea brillen, más allá del cumplimiento práctico de las Mitzvot.
Nadie puede zafar de esta doble responsabilidad. Hay que ser y también “parecer”.
En términos futbolísticos:
Según el Prof. José Ricardo de León hay dos canchas en las cuales se juega el partido, la cancha de “abajo” y la cancha de “arriba”. Yo lo entiendo como queriendo decir que el desafío está tanto en el plano de los pies, la técnica, como en el plano de la cabeza, la actitud.
Lo mismo ocurre en el partido de la vida: debemos atender a ambas canchas, la terrenal y la espiritual.
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