Una de las historias más conocidas de nuestra historia milenaria es la de Janucá. Todos conocen la historia del aceite ritual que en vez de durar una sola noche se produjo el milagro y duró ocho y que por lo tanto celebramos Janucá por ocho días.
A mi enseñaron en la Ieshivá que para cada solución hay que buscarle el problema. Hete aquí un ejemplo:
Si hubo aceite por una noche, resulta entonces que la duración de ocho días implica un milagro de solo siete días. ¿Por qué entonces celebramos un milagro de ocho días?
El primero en hacer esta pregunta fue el autor del Shuljan Aruj, Rabí Iosef Caro, en su comentario Beit Iosef.
Da tres posibles respuestas:
Al encontrar la vasija de aceite ritual puro que contenía cantidad suficiente como para prender la Menorá por apenas una noche, y sabiendo que demorarían ocho días en procurar una nueva producción de aceite puro, dividieron el aceite en ocho octavos. Calcularon que de esta manera lograrían encender la Menorá todas las noches aunque sea por un rato. El aceite duró toda la noche, así que se produjo el milagro en cada noche de las ocho noches, incluyendo la primera.
Llenaron la Menorá con el aceite y en vez de consumirse durante la noche, la Menorá permaneció llena a la mañana siguiente y así en cada una de las ocho noches siguientes.
Llenaron la Menorá con el aceite encontrado y la vasija permaneció llena y así en las demás noches. Resulta, entonces, que ya en la primera noche hubo un milagro con el aceite y no solo en las siete noches siguientes.
Las tres respuestas se dividen en dos, conceptualmente: 1) hubo un aumento milagroso en la cantidad de aceite; 2) hubo un cambio milagroso en la calidad del aceite.
De cualquier manera sigue habiendo un “problema”: la Torá nos manda encender la Menorá con aceite de oliva. ¿Acaso podemos considerar aceite de milagro como aceite de oliva?
Además: de acuerdo a lo que se desprende de las respuestas de Rabí Iosef Caro no se entiende cuál haya sido la novedad del milagro, ya que cada una de las posibles versiones planteadas ya tiene antecedentes históricas.
Decir que el aceite aumentó en cantidad, nos hace recordar la historia del Tanaj de Elisha el profeta quien hizo multiplicarse el aceite de una mujer pobre.
Decir que el aceite cambió de calidad y duró siete veces más de lo normal ya tiene su antecedente con nuestras matriarcas Sara y Rebeca. Según nuestras tradiciones, las velas que Sara, y luego Rebeca, prendían los viernes de tarde en honor a Shabat duraban - milagrosamente - toda la semana hasta el viernes siguiente. ¿Cuál es, entonces, la novedad de las velas de la Menorá? ¿Acaso celebramos un día de diferencia con aquel milagro?
El Rebe ofrece la siguiente explicación:
Cuando el Rabí Iosef Caro plantea la posibilidad de que la Menorá permaneció llena, no quiere decir que el aceite se multiplicó o se densificó, sino que el milagro consistía en que la llama se nutría del aceite de oliva - no de milagro - y no lo consumía. Es una clase de milagro conocida como נמנע הנמנעות (Nimná hanimnaot) o sea una imposibilidad, la llama debía nutrirse del aceite y a la vez no lo consumía. Naturalmente imposible. Es por eso que el milagro se produjo ya en la primera noche y sumando los siete días siguientes nos da un milagro de ocho días de duración y de un tipo de milagro que no tiene antecedentes. (Los lectores instruidos pueden preguntar ¿qué distingue este milagro del de la zarza ardiente cuando Moisés vio una zarza en llamas que no la consumían? La respuesta es que en el caso de la zarza ardiente, la llamas, por más que estaban en la zarza, no necesariamente tenían que nutrirse de la zarza, a diferencia de la Menorá en cuya caso la llama debe nutrirse del aceite de oliva y el hecho de que no lo consume implica un milagro de una clase aparte, Nimná Hanimnaot).
Una particularidad que tiene esta explicación del milagro es que de acuerdo a la versión de que hubo un aumento milagroso en la cantidad del aceite resulta que el milagro ocurrió en un instante determinado y luego no hubo necesidad de milagro y ni se pudo notar que se trata del resultado de un milagro, ya que a la vista no hay diferencia entre aceite de origen natural y milagroso. De acuerdo a la versión de que el milagro consistió en un cambio de densidad (calidad) resulta que el milagro ocurrió en un instante y el efecto se notó también luego, ya que el observador sensible pudo notar que el aceite está demorando más en consumirse. De acuerdo a la explicación del Rebe resulta que el milagro ocurrió durante todo el período de los ocho días, ya que continuamente se produjo el fenómeno de “nutrirse de” sin consumir.
(También para esta solución tengo un problema. Si le interesa, llámeme.)
¿Qué aplicación práctica tiene todo esto para nuestras vidas personales?
Hay dos maneras de servir a Di-s: “naturalmente” y “milagrosamente”.
Servir a Di-s “naturalmente” quiere decir servirlo de acuerdo a lo que uno entiende y siente. Servir a Di-s “milagrosamente” quiere decir servirlo más allá de lo que uno entiende y siente.
Históricamente, el momento en el cual proclamamos Naasé Venishmá, “Haremos y escucharemos”, nos comprometimos a servir a Di-s independientemente de nuestro nivel de comprensión. Nuestro intelecto habrá de ser sujeto a la voluntad de Di-s y no vice versa.
Si bien la entrega a Di-s debe ser la base de nuestra búsqueda intelectual, no la debe sustituir. Uno debe tratar de entender la palabra de Di-s al máximo de su capacidad, pero debe partir de la base de que se trata de algo divino.
Cada mañana, cuando proclamamos el Shemá Israel, estamos entregándonos a Di-s nuevamente como en aquel entonces al pie del Monte Sinaí. Es una entrega “milagrosa”, más allá de nuestra capacidad intelectual y emocional.
¿Qué pasa después, durante el resto del día?
Hay tres posibilidades: 1) El intelecto y las emociones actúan respetando esa entrega (como el milagro en el cambio de la cantidad de aceite); 2) el intelecto y las emociones actúan reflejando la inspiración de dicha entrega (como el milagro del cambio de la calidad del aceite); 3) dicha entrega está presente todo el día (como el milagro tipo Nimná Hanimnaot).
Los Macabeos de antaño tuvieron que manifestar su entrega “milagrosa” todo el tiempo para hacer frente al peligro constante del helenismo. Como consecuencia de ello, Di-s les mostró un milagro del mismo tenor, Nimná Hanimnaot, una manifestación totalmente supernatural, ocho días durante los cuales las llamas se nutrían del aceite de oliva sin consumirlo.
¿Cómo está TU milagro hoy?
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