Cualquier individuo que no crea [en la llegada del Mashíaj], o que no aguarde su llegada, no sólo rechaza a los profetas, sino también a la Torá y a Moshé, porque la Torá nos promete recompensarnos con su llegada (Devarim 30:3-5): “entonces Hashem, tu Di-s, te hará volver de tu cautividad, y tendrá compasión de ti y te recogerá de nuevo [...]. Si tus desterrados están en los confines de la tierra, de allí Hashem, tu Di-s, te recogerá y de allí te hará volver. Y Hashem, tu Di-s, te llevará (a la tierra que tus padres poseyeron)”.

— Leyes del Rambam de Melajim 11:1

Aguardamos la llegada del Mashíaj porque ansiamos finalmente tener paz y ver los frutos del esfuerzo de nuestro exilio milenario. Pero la Era mesiánica no tiene que ver con nosotros ni con nuestros beneficios: se trata más que nada de un mundo que esté en lo correcto, un mundo que sea el reflejo de su Creador, un mundo en el que lo que profesa la Torá sean verdades evidentes. Hasta la llegada del Mashíaj, el judaísmo es una simple “religión”, en apariencia relegada a sus templos, a los volúmenes que predican sus leyes e ideologías y las vidas de sus fieles seguidores. Sin embargo, durante la Era mesiánica, las verdades de la Torá serán tan evidentes como la ley de la gravedad y las leyes matemáticas.

Por lo tanto, en un nivel más profundo, creer en la redención es creer en la verdad suprema de la Torá. Es creer en que el mundo fue creado por Di-s, en que la Torá fue su plano y en que llegará el día en que su verdad sea evidente.

Además, como menciona el Rambam, no alcanza con tan sólo creer que vendrá el Mashíaj, sino que también es de suma importancia “aguardar su llegada”. Porque es claro que quien no anhela la llegada del Mashíaj también demuestra una falta de convicción. ¿Es concebible que uno crea que una era tan magnífica llegará indefectiblemente pero que no aguarde con ansias el día en que eso suceda?

Ansiar la redención es tan importante que de acuerdo con el Talmud (Shabat 31a), una de las primeras preguntas que se le hacen a un alma cuando se presenta ante la Corte celestial es: “¿Ansiaste la salvación?”. El Midrash (Ialkut shimoni, Salmos 736) dice que “aun si el pueblo judío no tiene otro mérito que el de ansiar la redención, ¡sólo por eso merece ser redimido!”.

La expectación intensificada

Nuestro pueblo ha ansiado y aguardado la redención durante 2000 años. Su expectación, sin embargo, alcanzó un estado de agitación extrema en los últimos años, de la mano del Rebe. Rabí Menachem Mendel Schneerson, bendita su memoria, anunció a principios de los años 90 que la era de la redención se aproximaba y que debíamos aumentar nuestros actos de bondad y amabilidad para ser merecedores de recibir a nuestro redentor.

El Rebe señaló varios fenómenos mundiales que son claros indicadores de que el proceso de redención en efecto ha comenzado, y nos pidió que, para prepararnos para la redención, comenzáramos a “vivir con el Mashíaj”: a vivir una vida dominada por los valores propios de la Era mesiánica. Estudiar sobre el tema lo convierte en una realidad, lo hace parte de nuestras vidas y nos permite vivir en la redención incluso en estos últimos momentos previos a presenciar la redención real y completa.