Todo lo que Di-s creó, puede ser usado para propósitos constructivos o destructivos.

Todo puede ser unificador o divisivo.

Los rasgos humanos, también, pueden usarse para bien o para mal.

El programa de cuatro pasos que se presenta a continuación, en preparación para Shavuot, nos enseña a canalizar cuatro rasgos humanos: el descaro, la ambición, la decisión y la resistencia, hacia un buen propósito.

"Iehudá, hijo de Teimá, dijo 'Sé descarado como un leopardo, liviano como águila, rápido como un ciervo y poderoso como un león, para hacer la voluntad de tu Padre Celestial'. También dijo: 'El descarado, al purgatorio... "1

Descarado como un leopardo

Echemos un vistazo al descaro. Primero, Iehudá, hijo de Teimá, nos anima a ser descarados como un leopardo, luego dice que los descarados están destinados al purgatorio.

¿Es el descaro bueno o malo? La respuesta es que no es ni bueno ni malo, depende de cómo se use. Si se usa para Di-s, es bueno. Si se usa contra Di-s, es malo.

Cuando nos sentimos inadecuados, impropios, se requiere una dosis de audacia para levantarse y servir a Di-s.

Imagínate pensando, me encantaría rezar, pero sabiendo dónde estaba hace un rato y las cosas qué hice, ¿me escuchará Di-s?

Para empeorar las cosas, tus amigos se burlan de tu piedad diciendo: "¿Piensas que alguien allí arriba está interesado en lo que tienes que decir?" No sabes si tienen razón o no, pero rezas de todos modos. Eso es ser descarado.2

Liviano como un águila

¿La ambición es buena o mala? Depende de tu ambición.

Si es elevarse espiritualmente, es bueno. Si es para perseguir dinero, fama o estatus, es malo.

Imagina que te sientes satisfecho con el judaísmo de tu pasado: quizás vayas a la sinagoga en Shabat y no comas carne de cerdo, u observes las festividades de las Altas Fiestas, Janucá y Pesaj. Quizás sientas, que lo que estás acostumbrado a hacer es suficiente.

El programa de cuatro pasos te exige que canalices tú ambición espiritual natural para permitirte elevarte más allá.

Para ser kosher, un ave debe tener tres de los cuatro signos kosher.

Muchas aves tienen al menos una de ellas. El águila no tiene ninguno de ellos.

Sin embargo, esto no impide que se eleve por sobre todas las demás aves.

La ambición del águila es ligera y sin carga. Del mismo modo, no tenemos que dejar que nuestras limitaciones del pasado nos definan. Como el águila, podemos elevarnos.

Otra característica del águila es su peso liviano. Ser descarado es tomarse a uno mismo en serio, quizás demasiado en serio. Deja que otros traten con los rituales y tradiciones que considero que no son importantes, podría decir. Me centraré sólo en los asuntos graves. El programa de cuatro pasos nos recuerda que debemos atenuar nuestro descaro con la ligereza del águila. Estar dispuesto y ser capaz de actuar por Di-s, en cualquier modo que requiera hacerlo.

Rápido como un ciervo

¿Es bueno ser decidido?

Depende de la situación. Si la decisión requiere reflexión, ser decidido es improductivo.

Si la situación requiere rapidez, la decisión es una buena característica. Cuando nos encontramos con una tentación seductora que simplemente no podemos descartar, necesitamos ser rápidos y decisivos como un ciervo.

Un ciervo corre rápidamente. Lo imitamos buscando cada oportunidad posible de hacer una Mitzvá y nunca facilitar a las tentaciones la oportunidad de alcanzarnos.

No nos damos la oportunidad de detenernos y pensar, moviéndonos rápida y decididamente de una Mitzvá a la siguiente.

Pero, el ciervo también mira hacia atrás para verificar si su perseguidor lo está siguiendo.

A pesar de nuestra precipitada carrera de Mitzvá en Mitzvá, no perdemos de vista nuestra posición.3 Nos mantenemos atentos al lugar donde se esconden las tentaciones y hacemos todo lo posible para evitarlas.

Si nos sentimos tentados de ir a un establecimiento particular que no es kosher, por ejemplo, nos esforzamos por evitar ese vecindario.

Poderoso como un león

Esto se refiere al compromiso resuelto e inflexible frente a la presión. ¿Es tan buena esa fuerza? De nuevo, depende de la situación. Si requiere reagrupar y planear un nuevo enfoque, el compromiso obstinado es un obstáculo.

Si requiere resistencia, la fuerza interior es una ventaja.

Corriendo precipitadamente de una Mitzvá a la siguiente, huir de cada obstáculo, puede desencadenar una actitud superficial cuando se requiere nuestra atención plena.

Para la observancia de las Mitzvot la rapidez y la presteza son una fortaleza, pero para el estudio de la Torá, se requiere concentración y resistencia.

Si nuestras mentes están agitadas, es difícil concentrarse.

El programa de cuatro pasos nos impulsa a alternar entre una decisión rápida y una consideración cuidadosa,[i] y para eso se necesita una voluntad de hierro: el poder de un león. Cuando damos rienda suelta a nuestra creatividad y entusiasmo, desencadenamos una pasión desenfrenada por una Mitzvá y otra Mitzvá, cada una de ellas nos acerca un paso más a Di-s. Sin embargo, cuando es el momento de sentarse y estudiar Torá, debemos canalizar la fuerza de nuestro león interior para apuntalar nuestros estudios y enfocarnos profundamente en la Torá.

Iehudá- Subordinado

El programa de cuatro pasos nos pide que incorporemos rasgos conflictivos.

Sé descarado para resistir la burla y la humillación, pero ligero y humilde para motivarte a largo plazo. Sé rápido y decidido para evitar la tentación y perseguir las Mitzvot, pero enfocado y enérgico para estudiar Torá. ¿Cómo podemos encarnar formas tan conflictivas de ser?

La respuesta está en el nombre del sabio que desarrolló el programa de cuatro pasos. El nombre Iehudá viene de la palabra lehodot, "reconocer".

También contiene el nombre de Di-s, el nombre del Tetragramatón.

En el mejor de los casos, reconocemos la verdad de Di-s, porque Di-s trasciende la comprensión. "Iehudá" implica humilde sumisión a Di-s.

Cuando estamos motivados por una conciencia, sentimos la presencia integral de Di-s en nuestro medio, nos sentimos impulsados ​​a acercarnos más a él.

Cuando nuestro impulso se centra exclusivamente en nuestro objetivo, proporcionamos escasa atención a las herramientas específicas o los medios determinados que cada situación requiere. Hacemos uso de todos los recursos necesarios, ya sean fortalezas propias o no.

El padre de Iehudá era Teimá. Teimá comprende cuatro letras hebreas: Tav, Iud, Mem y Alef. Forman un acrónimo de Ahava (amor), Iráh (temor), Mitzvá y Torá.

La desvergüenza para acercarse a Di-s proviene del amor a Di-s.

La ligereza para realizar incluso las pequeñas Mitzvot, proviene del temor a Di-s. La rapidez y la fuerza interior llevan, respectivamente, a las Mitzvot y a la Torá.

Iehudá, el hijo de Teimá, nos enseñó el programa de cuatro pasos porque cuando te concentras en Iehudá, el apego completo y absoluto a Di-s, puedes tener éxito en las cuatro unidades que forman las letras de Teimá.4