Estimados lectores:
La llama de la Menorá debía arder con fuerza, para que el Cohen pueda dejar de encenderla, debía elevarse con fuerza propia.
Para poder influenciar a otro debemos lograr que se emocione el mismo con lo que queremos transmitir. A un hijo o un alumno, uno le puede decir “Si estudias bien tendrás un premio” y estudiara pero para que logre tener éxito, debe estudiar con sus propias ganas.
No hay nada que hagamos que no haya sido influencia de alguien, nuestros padres, un amigo, un buen maestro. Aprendemos muchas cosas, pero para realmente encender la llama de vida de otro hay que invertir tiempo no es solo un chispazo, hay que esperar, hay que apoyar.
¡Shabat Shalom!
Rabino Eli Levy
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