Estimados Lectores:

Esta semana comenzamos leyendo la miztvá de Bicurim, las primicias.

Se debían separar los primeros frutos de cada árbol (de los frutos de la tierra de Israel) y acercarlos al altar donde su dueño recitaba la plegaria de agradecimiento y luego los bicurim eran distribuidos entre los cohanim que servían en el Beit Hamikdash.

La grandeza de esta mitzva no era su esfuerzo económico, ya que solo una fruta se traía por cada árbol. Pero había una importancia psicológica en los bicurim. Después de esforzarse todo el año trabajando el campo, el labrador quiere ver el fruto de su esfuerzo concretado, quiere probar si la fruta es dulce, si tuvo éxito en su empresa, la Torá ordena que la primera, sea destinada para Di-s. De esta forma reconocemos que a pesar de todo nuestro esfuerzo sin la ayuda divina no podríamos estar en este lugar disfrutando de toda la abundancia. Si dejáramos la ofrenda a Hashem para el final, pensaríamos que todo viene por nuestra propia fuerza.

Hoy en día no tenemos el templo en pie para acercar las primicias, pero de todas formas el concepto sigue vigente. Al levantarnos nuestras primeras palabras son de agradecimiento a Hashem por devolvernos el alma y darnos vida, independientemente de los problemas que tengamos estamos vivos y eso hay que agradecerlo.

Cuando uno reconoce que todo lo que tiene viene de Hashem, el mismo se asegura de cuidarlo y multiplicarlo, cuando uno cree que es todo de uno, Hashem te dirá: “Si es solo tuyo porque tengo que cuidarlo yo”.

¡Shabat Shalom!

Rabino Eli Levy