El quinto de los cinco libros de Moshé es Deuteronomio o Devarim en Hebreo.

En ciertas formas el libro de Deuteronomio difiere de los otros cuatro libros de la Torá. Cada palabra de la Torá es Divina, una comunicación de Di-s a la humanidad. Sin embargo, dentro de la Torá misma hay diferentes formas en la que se expresa esta comunicación.

Los primeros cuatro libros de la Torá están escritos en tercera persona, describiendo cómo Di-s creó el mundo y eligió a los descendientes de Abraham como una nación sagrada, el pueblo judío. Cómo Di-s los sacó de la esclavitud y les dió la Torá, y cómo viajaron por el desierto durante cuarenta años, hacia la Tierra Prometida. Estos libros tienen una cualidad espiritual y etérea.

El quinto libro, Devarim, es diferente. Devarim significa “palabras” y el libro comienza con “Estas son las palabras que Moshé habló a los hijos de Israel.” Este libro consiste principalmente de las palabras dadas por Moshé, preparando a los judíos para la tarea que tenían por delante: entrar a la Tierra Santa y vivir vidas normales, guiadas por la Torá.

Los Sabios nos dicen que ni una sola palabra de la Torá fue compuesta por Moshé. Todo fue transmitido por Di-s, a través de Moshé, como se expresa en la frase “la Presencia Divina habló por medio de la garganta de Moshé.” De esta forma, a pesar de que el libro de Deuteronomio es un registro de los discursos dados por Moshé, es también un texto Divino, así como el resto de la Torá, en la cual cada letra es significativa.

La enseñanza judía nos dice que la Torá existió antes de la creación del mundo en forma de "fuego" Divino. Tuvieron que haber varias etapas en la transmisión de este fuego Divino a los hombres y mujeres en el mundo diario. Los primeros cuatro libros constituyen una etapa, en cierto sentido más allá del mundo. El Libro de Deuteronomio es una segunda etapa, preparando al judío para traer las enseñanzas de la Torá a la aplicación en la vida diaria.

Luego viene la cadena de grandes maestros de la Torá después de Moshé: Iehoshúa, los Ancianos, los Profetas y eventualmente los sabios de la Mishná y el Talmud, llegando hasta nuestros días. Esos maestros y sabios representan al perpetuo “Moshé” de cada generación. En cada etapa, la figura de Moshé es crucial, tanto el primer Moshé como el de la actualidad. Es el Moshé de cada época el que muestra cómo la Torá etérea y sublime debe ser aplicada en términos prácticos, no sólo para el pueblo judío, sino para toda la humanidad.

La última parte de Deuteronomio habla del exilio del pueblo judío, y su Redención final. Con la venida del Mashíaj el mundo se llenará del conocimiento de Di-s, y todas las naciones guardarán las Siete Leyes de los Hijos de Noé. En esa época, el proceso de revelación de la Torá en el mundo se completará.