¿Por qué hay tantos fracasos matrimoniales? Y ¿por qué muchos matrimonios se separan poco después de haberse casado?

En la Torá leemos sobre el primer shíduj de la historia. Abraham envía a su fiel servidor Eliezer a encontrar una esposa para su hijo Isaac. Éste vuelve con Rebeca y después viven felices por siempre. El verso nos dice: "E Isaac tomó a Rebeca, ella se convirtió en su esposa y él la amó" (Génesis; 26:67). Daría la impresión que en el escenario bíblico el amor verdadero aparece después del matrimonio, y no antes. Ahora bien, antes que se pueda celebrar un matrimonio las dos personas involucradas tienen que tener algo en común, valores compartidos, aspiraciones mutuas y sí, debe de haber un cierto grado de química entre ellos. Pero el verdadero amor tiene que ser alentado con el paso del tiempo.

No cabe duda que la causa principal de muchos fracasos matrimoniales de la actualidad radica en las expectativas irreales de las parejas que se casan. Nuestra generación ha estado bajo la permanente influencia de las novelas románticas, las canciones de amor de las listas de éxitos, los consejos que aparecen en coloridas revistas y el mundo de fantasía de Hollywood, todos elementos que tienen poca similitud con el mundo real. (Me atrevería a sugerir que Shrek es la primera historia de amor realista de la industria del cine).

"¡Nos enamoramos!" "Fue amor a primera vista". Confieso que yo también soy un poco romántico, pero seguramente hay una contradicción en los términos de la expresión "amor a primera vista". Por definición el 'amor' tarda años en desarrollarse. Si eres honesto contigo mismo, el único sentimiento que puede surgir a primera vista es el del deseo. El "amor a primera vista" es una gigantesca bobe maise.

De modo que nos "enamoramos" pensando que es el amor auténtico, con la esperanza que será verdadero y que perdurará. Pero a la menor desilusión, en seguida dejamos de estar enamorados. Lo que únicamente prueba que no era un amor verdadero. El verdadero amor lleva años, el verdadero amor es la convicción madura que nuestras vidas están entrelazadas y son inseparables. Y no importa si el cabello de mi pareja se va poniendo gris, o que ya no tenga la figura de antes, o que haya perdido su dinero. Ese tipo de amor no se mide en romanticismo, sino en el compromiso a largo plazo.

Cuando oficio en un casamiento no sólo observo a los novios, sino también a sus padres. La fugaz mirada que intercambian el padre y la madre bajo esa jupá -irradiando najes y sentimientos de satisfacción compartida- me dice que tienen un buen matrimonio. Para mí eso es más revelador que los almibarados gestos de los recién casados.

A pesar de lo emocionante de este momento, puede ser que el amor que sienten todavía esté en la etapa de pasión ciega. Aún así, ese amor todavía no ha pasado por pruebas, recién está al principio.

De modo que la primera regla es la paciencia. El amor lleva tiempo. Necesita ser alimentado. Lamentablemente, hay muchos que abandonan demasiado pronto.

En segundo lugar, el efecto Hollywood nos deja tan ingenuamente impresionables que al principio nos convencemos a nosotros mismos que nuestra pareja debe ser el proverbial Príncipe Azul o la Princesa Grace.  Pero entonces, al primer signo de imperfección pensamos: "¡Es un clavo! ¡Y ya mismo me voy!" Recuerda, nadie es perfecto. Ni siquiera tú... Sí, con el paso del tiempo por supuesto descubrimos las pequeñas imperfecciones de nuestra pareja. Algunas cosas pueden volverse a aprender, pero siempre con paciencia. Hay otras con las que simplemente tendremos que aprender a vivir. La aceptación es un arte. Sopesa mentalmente la importancia de las fallas menores frente al bien mayor en el magnífico esquema de las cosas. Podrás llegar a darte cuenta que, en realidad, puedes vivir con todas esas pequeñas e insignificantes fallas. Pero, habrá que admitir que si es algo realmente grave, entonces podrías necesitar ayuda psicológica.

Y, al hacer estas reflexiones, considera lo siguiente: ¿Dejo de quererme a mí mismo por ser imperfecto? ¿Dejo de querer a mis hijos porque la maestra me dice que se portaron muy mal en el colegio? No, por supuesto que no. ¿Entonces, por qué una imperfección de mi pareja hace que me cueste quererla?

El matrimonio es un comienzo, no un fin. Si podemos ser realistas con respecto a nuestra relación encontraremos al verdadero amor. Pero lleva tiempo, paciencia, y encontrar la sabiduría de pasar por alto las pequeñas cosas que nos pueden molestar. Entonces, con favor de D-os, con el verdadero compromiso vendrá el verdadero amor, la comprensión, una vida disfrutada en común, ternura y la mayor, más duradera satisfacción en nuestra vida personal.