Los episodios de la vida de nuestros Patriarcas tal como los relata la Torá, constituyen un micro-cosmos de la historia del Pueblo Judío, y de la vida de cada judío en particular. Las cuestiones más relevantes de la vida judía están expresa o insinuadamente mencionadas en estos relatos, con el objeto de que cada judío en todos los tiempos y lugares, extraiga de ellos una enseñanza inspiradora.

En esta Sijá el Rebe ''desmenuza'' los hechos que antecedieron al casa­miento de Iaacov, cómo se preparó para formar se hogar judío, aquel hogar que sería la base de las 12 Tribus de Israel. El análisis conlleva a actuales enseñanzas para todo aquel que desee construir y mantener un hogar judío sobre bases firmes, que garantice la continuidad de nuestro Pueblo.

A

1. La Sección de la Torá de este Shabat comienza con [el versícu­lo]: "Y Iaacov salió de Beér Shéva y fue a Jarán"1. Rashi, [el princi­pal comentarista bíblico,] señala que la Torá, con estas palabras de apertura, [retoma y] repite en esta Sección Semanal la narrativa con la que concluyó la Sección anterior (Toldot), [en la que se contó que Iaacov obedece la indicación de su padre, Itzjak, y parte rumbo a Jarán con el objetivo de formar allí su familia].

En la Torá [no hay palabras de más, sino que] todo tiene un sentido preciso. Si aun de una única letra [aparentemente] repetida por la Torá se deducen cuerpos halájicos completos, con más razón cuando ésta reitera todo un tema varias veces ello supone, por cierto, una lección relevante para todas las generaciones, en todo tiempo y lugar, incluso en nuestra época, pues la Torá es eterna, [por lo que sus enseñanzas, lejos de expirar, siempre continúan vigentes].

2. El nombre [del lugar del cual Iaacov partió,] Beér Shéva, tiene en la Torá2 dos interpretaciones: a) Alude al juramento3 que tuvo lugar cuando Avraham hizo el pacto con Avimélej [rey de los filis­teos], y b) Se refiere al séptimo4 pozo excavado tras el acuerdo de paz [de Itzjak] con Avimélej. Ambas razones [para el nombre de Beér Shéva dado a esta localidad] hablan de un escenario de serenidad para [la vida de] los judíos.

[Por otro lado,] en cuanto a [el nombre del lugar hacia el cual Iaacov se dirigió, "y fue a] Jarán", éste implica todo lo contrario [a Beér Shéva]: Jarán representa lo opuesto [a la paz y la serenidad], como interpretan5 nuestros Sabios (este nombre), indicando que alude a "la fiera ira [jarón af – de Di-s por el deplorable estado espiritual] del mundo".

[El Patriarca Iaacov representa el epítome de la perfección. Sin duda, si la Torá nos cuenta (y reitera) el episodio de su vida en el que abandonó el tranquilo y sagrado hogar de sus padres para dirigirse a un sitio plagado de indecencia y corrupción, es con el objeto de que su conducta nos inspire y ayude a librarnos de un argumento usual que se esgrime:] La gente suele hacerse la siguiente pregunta: Si el Todopoderoso nos ha dado la Torá y las mitzvot de "Su mano amplia y llena" [privilegiándonos con la observancia de las mitzvot, colmando con ellas nuestras vidas de modo que] a cada paso que damos nos encontramos ya sea con un Precepto Positivo [que debemos observar] con todas sus ramificaciones, o con alguna de las 365 prohibiciones, y sus ramificaciones, que debemos cuidar de no transgredir, ¡el Todopoderoso debería al menos eliminar todas nuestras preocupaciones –la angustia del galut (exilio diaspórico), las preocupaciones en materia de sustento, etc.– a fin de hacer que nuestra observancia de las mitzvot fuera más fácil! Es más: ¡No deberíamos tener contacto alguno con cuestiones mundanas, para que de ese modo podamos dedicarnos más [y mejor] al estudio de la Torá!

En respuesta a este cuestionamiento, la Torá nos cuenta cómo se condujo Iaacov, [una conducta] que ciertamente alude a la forma de vida del pueblo judío en un estado de pureza, una vez que ya fue separado [de las demás las naciones y estando en vías de formación como el Pueblo Elegido de Di-s. A esto se refiere la Guemará cuando dice:] "No como Avraham, de quien salió Ishmael; no como Itzjak, de quien salió Eisav; sino, en cambio, como Iaacov, quien engendró 12 Tribus en las que no había defecto alguno"6. [Y es precisamente respecto de Iaacov que la Torá reitera su partida de Beér Shéva para dirigirse a Jarán pues, con esta repetición, se nos insta a hacer un alto y reflexionar acerca de la conducta de Iaacov en relación con la fundación de las 12 Tribus de Israel, con la finalidad de que cada judío extraiga una enseñanza vigente en todos los tiempos, como se explicará a continuación].

Antes de que Iaacov contrajera matrimonio –un acto que significó [el sentar los cimientos para] la construcción de la Casa de Israel (el pueblo judío)– se le dijo que abandonara [la paz y tranquilidad de] Beér Shéva, e incluso [el ambiente de santidad de] las Ieshivot de Shem y Ever7, y que se dirigiera a Jarán, [al lugar sobre el que pesaba] "la fiera ira [de Di-s por el deplorable estado espiritual] del mundo".

Antes de fundar el pueblo de Israel, [es decir, antes de casarse con las Matriarcas con que tuvo a sus 12 hijos,] Iaacov podía, y debía, permanecer en Beér Shéva, un lugar donde la Divinidad era evidente, donde era fácil observar las mitzvot y difícil cometer pecados. No obstante, a fin de [casarse y] construir la Casa de Israel, tuvo que salir de Beér Shéva e ir a Jarán, un sitio en el que la Presencia de Di-s estaba oculta.

[Esto es así pues] el mundo (olám) ya de por sí oculta [la Divinidad], tal como lo indica la propia palabra olám, derivada del término hélem (ocultamiento) 8; cuánto más entonces [está Di-s doblemente oculto en] Jarán, [lugar del que nuestros Sabios dicen que recibe este nombre pues allí reina] "la fiera ira [de Di-s por el estado] del mundo" [es decir, además del ocultamiento "normal" que implica el "mundo" por sí mismo, allí estaba la "ira" de Di-s, un redoblado estado de ocultamiento].

En [un lugar como] Jarán es muy sencillo pecar, y sumamente difícil cumplir las mitzvot [y mantenerse virtuoso]. Pero fue precisamente porque [Iaacov se mantuvo firme y] sorteó con éxito todas las pruebas [a las que fuera sometido,] que construyó la Casa de Israel de manera tal que "su progenie fue perfecta", sin defectos.

Esto brinda a cada judío la siguiente lección: Sólo es posible construir un hogar judío radiante y cálido cuando se está expuesto a pruebas [y tentaciones9] y se las supera.

3. El orden de prioridades [para construir un hogar judío con éxito] es el que se nos relata [respecto de Iaacov en los versículos que siguen] a continuación en la Sección Semanal:

Cuando Iaacov partió hacia Jarán, lo primero que hizo [en el camino] fue vaifgá bamakóm, "se topó con el lugar"10. [Nuestros Sabios explican que en esa ocasión] Iaacov se detuvo a rezar11.

A simple vista, esto requiere una explicación: Cuando una persona se dispone a ir a Jarán en busca de una esposa, lo primero que debería hacer es aprender el idioma y las costumbres del país [de destino], vestirse de acuerdo a la usanza local y cosas similares. Iaacov, sin embargo, hizo a un lado todas estas cuestiones y, ¿de qué se ocupó? ¡De la avodá (el esforzado servicio a Di-s) de la plegaria!

Como se mencionara, este relato acerca de Iaacov –así como todas las historias de la Torá– brinda una enseñanza para todas las generaciones judías futuras:

Cuando alguien se dispone a erigir un hogar en el seno del pueblo judío, podría llegar a pensar: "Hasta este momento me 'senté' a estudiar Torá y me dediqué al cumplimiento de las mitzvot; pero ahora, cuando debo 'salir al mundo', tengo que dejar de lado todo esto y dedicar mi tiempo al aprendizaje y la práctica de los usos y costumbres del país [donde vivo] para ser como todos los demás", etc. etc.

A esta persona se le dice: "¡No! Debes entregarte, [ante todo,] a ¡vaifgá bamakóm – al servicio de la plegaria!" Exactamente a la inversa [de lo que pensaba,] ahora, [en el momento de "salir al mundo",] este individuo debe ocuparse de vaifgá bamakóm (la plegaria), ¡mucho más que antes! Pues todo su anterior servicio a Di-s, dedicándose a la Torá, las mitzvot y la plegaria, no basta para [contrarrestar los riesgos de] su situación presente, ya que al salir al "mundo" deberá enfrentar pruebas [y tentaciones] incomparablemente mayores a las encontradas antes. Por lo tanto, debe suplicar a Di-s ser capaz de superar los retos [y las dificultades que entrañan la realidad mundana cotidiana].

4. El relato [de lo acontecido con Iaacov en su travesía] continúa:

Cuando estaba en camino a Jarán "tomó de las piedras del lugar y las colocó a su cabecera"12. Rashi explica que las dispuso alrededor de su cabeza por temor a las bestias salvajes.

Iaacov sabía a qué clase de lugar se dirigía, y [también sabía] que incluso en el camino –todavía antes de llegar a Jarán– había "bestias salvajes". Por eso tomó piedras y las colocó alrededor de su cabeza, para protegerse de éstas.

A simple vista resulta incomprensible por qué las colocó únicamente alrededor de su cabeza y no protegió también el resto de su cuerpo. Una de dos: Si confiaba en Di-s y se apoyaba en Su protección, ¡no precisaba siquiera rodear su cabeza! Y si no procuraba una intervención [Divina] sobrenatural, ¡debería haber protegido su cuerpo por entero, hasta sus pies!

Podremos comprenderlo analizando [previamente otro concepto,] el versículo que reza: "Cuando comas del trabajo de tus manos, serás feliz y el bien será contigo"13. Las Escrituras enfatizan claramente "el trabajo de tus manos". Hay dos formas de ganarse el sustento: 1) Por medio del trabajo de tus manos, es decir, manteniendo la cabeza libre y dedicada a la Torá y al servicio a Di-s, en tanto que el trabajo para ganarse el sustento se realiza exclusivamente por vía de las manos; o 2) Por medio del esfuerzo de la cabeza, cuando el individuo se involucra por completo en la tarea de ganar su sustento, sumergiendo en ello incluso su cabeza.

[Precisamente] a esto se refiere el versículo [al enfatizar] "Cuando comas del trabajo de tus manos (dejando que la cabeza se dedique a la Torá y la avodá, [sólo entonces]) serás feliz y el bien será contigo" – no sólo en la esfera espiritual sino también materialmente. Todos los proyectos y ardides [por excelentes que parezcan] de nada sirven, como declara el versículo14: "El pan no es para los 'sabios'"; de hecho, estas actitudes sólo empeoran más las cosas, como se explica en varios lugares15.

Cuando Iaacov fue a Jarán, sabía perfectamente dónde estaba yendo. Sabía que tendría que trabajar para Laván, el arameo16, y que también en el camino habrían "bestias salvajes". De modo que tomó piedras y las colocó alrededor de su cabeza, indicando con ello que nada ni nadie afectaría su "cabeza". La cabeza debía estar protegida; y para superar las tribulaciones del camino y trabajar en lo de Laván –es decir, tanto para los preparativos como para el trabajo mismo de ganarse la vida– sólo aplicaría sus manos.

Esta es la lección para cada uno de nosotros: La persona debe cerciorarse de que la cabeza esté protegida. Y cuando ésta está como debe estarlo, automáticamente las manos y los pies estarán como es debido. La labor para la obtención del sustento debe ser acorde al Shulján Aruj; las manos deben actuar de modo que sólo "la izquierda hace a un lado, en tanto que la derecha acerca"17; y "los pies correrán hacia las mitzvot"18.

5. [Ahora bien,] ¿con qué [elementos] se rodeó Iaacov y se pro­tegió para que el mundo no lo afectara? ¡Con piedras! No [buscó protegerse] con el intelecto ni con las emociones, sino con piedras, elementos minerales desprovistos de toda forma visible de vitali­dad, incluso sin capacidad vegetativa. Con ellos se conectó Iaacov.

Ello nos enseña lo siguiente: Cuando el individuo sale al mundo y quiere que éste no lo afecte, ante todo debe instaurar [en su vida] un kabalat ol total, es decir, una aceptación absoluta del "yugo del Reinado del Cielo"19, similar a, [salvando las distancias,] las piedras [que no tienen la posibilidad de entremezclar en su existencia su propio ego, su Yo].

El intelecto y las emociones no bastan. La persona debe considerarse a sí misma, [frente a la Voluntad Divina,] como una piedra inorgánica. [Debe desarrollar el sentimiento de entrega absoluta e incondicional a Di-s expresado por]: "Me he serenado y acallado"20; "que mi alma sea ante todos como el polvo"21.

La materia inerte no puede valerse por sí misma. Precisa que alguien la lleve de un lugar a otro. Así debe verse la persona en sus propios ojos: Como materia inorgánica, como un simple servidor [que no actúa en base a su inteligencia y sus emociones, sino que es] llevado por el Todopoderoso de un sitio a otro, y que permite ser trasladado [por Di-s] a fin de llevar a concreción la intención y el propósito Divinos, y la misión que Di-s le asignó.

6. La recompensa por esta actitud, tal como se menciona al final de este pasaje, es que "esta piedra que he colocado como monumen­to habrá de ser la Casa de Di-s"22. No plata ni oro, sino simples pie­dras. Es más, ni siquiera piedras de la ciudad, de una casa habitada, sino aquellas que Iaacov encontró en medio del camino. Esas son las piedras que se convirtieron en la Casa de Di-s.

¿Qué es lo que lo logró? En virtud de que Iaacov se rodeara de ellas, y en virtud de que se conectara a Di-s por medio de una promesa –pues la intención de formular una promesa es verse forzado por ésta a hacer algo que normalmente no se haría por voluntad llana, o en virtud del intelecto o las emociones23– Iaacov alcanzó las más excelsas alturas espirituales al grado de que incluso sus cosas más ordinarias se volvieron una Casa de Di-s.

También esto constituye una lección y enseñanza moral para todos, particularmente para aquellos que están en camino de formar un hogar judío –un novio o una novia–: En el hogar, no sólo el Sidur y el Jumash deben ser sagrados, sino también incluso –lehavdíl salvando las distancias– deben serlo el tenedor y la cuchara. ¿Cómo se logra esto? En virtud de que lo primero [y prioritario] sea "vaifgá bamakóm – entregarse a la plegaria", de modo que no sólo al estar despierto y en medio de las oraciones [la persona esté conectado con Di-s], sino que incluso al dormir [ello sea de un modo que]: "Y éste (cualquiera sea su ocupación) es el portón del cielo"24. Esta es la actitud que hace que el hogar y todo lo que contiene se conviertan en la Casa de Di-s.