Por la Gracia de Di-s

20 Adar I, 57111

Brooklyn, N.Y.

Srta. Dena Mendelowitz

Vicepresidenta Fundación para la Cultura Judía Universidad de Nueva York

Bendiciones y saludos:

Su visita de hace algún tiempo me brindó la agradable oportunidad de tratar un tema importante, que merecía más tiempo del que disponía. Confío en que las próximas líneas puedan poner el tema en un relieve más claro para compensar la inevitable brevedad.

Cualquier persona pensante debe preguntarse con frecuencia: “¿Cuál es el propósito de mi vida?”.

Esta pregunta se plantea con mayor frecuencia y fuerza en la mente de los jóvenes que estudian, que dedican varios de sus mejores años al estudio y a la preparación de su vida futura que aún tienen por delante. Además, los adolescentes disponen de recursos de energía y entusiasmo sin explotar, que desean aprovechar. Para ellos, la cuestión del propósito de su vida es más urgente y vital que para las personas de edad más madura.

Para nosotros, los judíos, el Pueblo del Libro, esta pregunta son de aún más importancia. El significado del epíteto no es simplemente que somos un pueblo de educación y aprendizaje en general, porque “El Libro” se refiere a la Torá (Biblia), con la que nos identificamos. Torá significa “instrucción”, “guía”, pues la Torá es nuestra guía en la vida. La Torá nos hace constantemente conscientes de nuestros deberes en la vida, nos da una verdadera definición del propósito de nuestra vida y nos muestra los caminos y medios para alcanzar este objetivo.

El propósito de la vida de cada judío, hombre o mujer, ha sido claramente definido desde la Revelación en el Monte Sinaí hace más de ¿Cuál es el propósito de mi vida? (32 siglos y medio, cuando recibimos la Torá Divina y nos convertimos en una nación. Entonces fuimos ordenados como “un reino de sacerdotes y una nación santa”. Esto significa que cada uno de nosotros debe ser santo en su vida privada, y en nuestra asociación con el mundo exterior cada uno de nosotros, hombre o mujer, debe cumplir funciones sacerdotales. La función del sacerdote es “traer” a Di-s al pueblo, y elevar al pueblo para que esté más cerca de Di-s. Del mismo modo, cada judío y judía cumple con sus deberes personales y “sacerdotales” viviendo una vida de acuerdo con la Torá.

El alcance del deber de cada uno es directamente proporcional a su posición en la vida. Es aún mayor en el caso de una persona que ocupa una posición de cierta prominencia, que le da la oportunidad de ejercer influencia sobre los demás, especialmente sobre los jóvenes. Tales personas deben apreciar plenamente el privilegio y la responsabilidad que la Divina Providencia les confirió de difundir la luz de la Torá y de luchar contra la oscuridad dondequiera y en cualquier forma que ésta llegue a surgir.

Este es su deber y privilegio como uno de los oficiales estudiantiles en relación con sus colegas correligionarios y el cuerpo estudiantil en general. También me gustaría transmitir este mensaje a tus colegas de la JCF. Sin duda, todos son conscientes de ello, pero tal vez haya lugar para un mayor énfasis y la convicción de que “no puede ser de otra manera”.

Ningún individuo judío debe darse por satisfecho con el hecho de que, en lo que a él personalmente se refiere, está haciendo todo lo posible por superarse. Se lo debe al prójimo ayudarlo a mejorar también.

Tampoco debe permitirse que el desánimo o un espíritu de derrotismo se cuelen en su mente, como “¿Qué puedo hacer? Estoy solo en el campo”, etc. Nuestro padre Abraham nos ha enseñado lo que un individuo puede lograr. Porque “uno era Abraham, y heredó toda la tierra”. Nuestra era, que algunos prefieren llamar la Era Atómica, ha demostrado además que en la más mínima cantidad de materia pueden encontrarse enormes reservas de energía. Todo lo que se necesita es descubrirlos y luego aprovechar estas reservas de energía para fines constructivos, y no, Di-s no lo quiera, de otra manera.

A la luz del lema, utilizado a menudo por mi difunto suegro de santa memoria, de que “un judío no desea ni puede separarse de Di-s”, estoy seguro de que los pensamientos expresados en las breves líneas anteriores encontrarán la respuesta adecuada en su corazón y en el de sus colegas y amigos.

Ni que decir tiene que siempre me alegraré de recibir buenas noticias de sus progresos en esa dirección. Cordialmente,

/Firma/