Estimados lectores:
Este año se cumplen 70 años de la primera campaña callejera del Rebe.
Hoy en día es muy común ver jabadnikim ofreciendo poner tefilin o bendecir el lulav en las calles de cualquier ciudad donde viven judíos. Esto empezó en Sucot de 1953, cuando el Rebe le pidió a un grupo de jóvenes colaboradores que se ocuparan de convocar a los judíos del barrio a bendecir el lulav durante la fiesta de Sucot.
Esta semana salí con mis hijos a varias ciudades del norte de Israel a invitar a judíos a bendecir las cuatro especies, mucha gente hizo la bendición y al final les ofrecí a que piensen en algo que quieren pedirle a Hashem, muchos se emocionaban, otros agradecían. Una pareja en Naharia, se acercó la mujer y aceptó recitar la bendición, pero el hombre miraba de costado con una sonrisa, cuando le ofrecí el lulav me dijo que no lo haría, que no era creyente, aunque su abuelo había sido rabino en Europa, pero toda su familia fue asesinada en el Holocausto, él había militado en el movimiento de izquierda “Shomer Hatzair”, al despedirme me dijo: “Aunque no diré la bendición, es bueno que hayamos podido charlar”.
Seguí el resto de la tarde pensando en su frase, en una sociedad tan dividida entre creyentes y no creyentes, entre derecha e izquierda y sus múltiples fracciones, no era poco que un rabino de barba y un judío laico pudieran charlar.
También charlé con inmigrantes rusos, gente en silla de ruedas, jóvenes con aritos en la nariz, mujeres marroquíes, algunos empresarios de tecnología, la diversidad de la sociedad israelí.
Estoy seguro que el Rebe hace 70 años, vio la necesidad de facilitar el acceso a muchas mitzvot y tradiciones que se empezaban a olvidar, pero también vio la necesidad de generar un puente entre judíos laicos y religiosos, Jabad se forjó en base a esa visión, yo me críe con esa visión, un judío laico es un hermano, un diamante.
Acercarle una mitzvá es la excusa perfecta para poder charlar y unirnos.
¡Shabat Shalom!
Rabino Eli Levy
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