¿Porqué la lectura de la Torá de esta semana, que describe el final de la vida de Iacob, su muerte y su entierro , lleva el título Vaieji, "Y vivió "?

Déjenme ser parte de la famosa tradición judía de contestar una pregunta con otra. La Torá nunca declara que Iaacob murió. Simplemente dice "él expiró y se reunió con su gente. " Esto incitó a uno de los Sabios del Talmud a declarar "nuestro padre Iaacob nunca murió. " A lo cual sus colegas preguntaron, ¿"Entonces lo enterraron sin razón? "A cuál contesta el Talmud: "Ya que sus descendientes viven, él también vive. "

La vida no termina con el sepulcro. El alma nunca muere y el trabajo hecho por hombres y mujeres en la tierra continúa viviendo mucho después de su desaparición. Más todavía, si hay continuidad, si los hijos emulan el ejemplo de sus padres, entonces los padres y maestros viven a través de ellos.

Cuando Iaacob estaba a punto de exhalar su último aliento, él llamó a sus hijos para estar a su lado. Nuestra Parashá nos cuenta lo que él le dijo a cada uno de ellos. Pero la tradición oral nos cuenta lo ocurrió detrás de escena. Al parecer, Iaacob estaba ansioso por saber si sus descendientes guardaban la fe y él les menciono esta preocupación en aquel momento. Contestaron, Shema Israel Hashem Elokeinu Hashem Ejad--"Oye Israel, el Señ-or es nuestro Di-s, el Señ-or es Uno". Estaban diciendo que el Di-s de Israel su padre sería siempre su Di-s. Iaacob se calmo y respondio, Baruj Shem Kevod Maljuto L'olam Vaed--"Bendito sea el nombre de la gloria de su reino por siempre jamas" (o mas simple, ¡Baruj Hashem! ¡Gracias a Di-s!)

Cuando los hijos de Iaacob continuaban fieles a su tradición, eso no era sólo un tributo a la memoria de Iaacob, sino el regalo de la vida eterna hacia el. Su espíritu vive entre nosotros, el trabajo de su vida continúa prosperando y él está presente en este mundo mientras que su alma vive en el otro mundo.

Hace algunas semanas, tuve el privilegio de asistir a la Conferencia Internacional de los Emisarios de Jabad-Lubavitch en Nueva York. En el banquete de cierre, había más de 2000 rabinos y centenares de líderes comunitarios en el gran salón de fiestas. Uno de los momentos más especiales de la velada para mí fue cuando, el director el rabino Moshe Kotlarsky hizo su famosa llamada a cada uno de los enviados de cada país.

Cuando mencionaron Sudáfrica me levante orgullosamente, y más orgullosamente todavía cuando invitaron a levantarse a los rabinos según la década en la que fueron enviados a sus respectivas comunidades como shlujim (emisarios) del Rebe. Un puñado de ancianos se levanto cuando mencionaron los años 40, un grupo más grande de rabinos mayores se levantó para los años 50, y así que creció a medida que pasaban las décadas. Pero cuando se llamo a quienes han salido a servir comunidades alrededor del mundo después de 1994—es decir después de la desaparición física del Rebe — centenares de jóvenes rabinos se levantaron.

En ese momento, quedo claro a cada uno de los presentes que Iaacob no murió. Pues mientras sus alumnos estén vivos, y continúen difundiendo sus enseñanzas alrededor del mundo, el Rebe esta vivo junto a ellos. Tanto si es necesario mudarse a Bielorrusia o Bangkok, Sydney o Siberia, Alaska o África, el mensaje del Rebe sigue movilizando gente, literal y espiritualmente.

Al seguir su camino, los hijos de Iaacob lo inmortalizaron. Por eso la Parashá esta correctamente llamada Vaieji, "Y él vivió. " En última instancia, nuestros hijos nos hacen inmortales. Y así también nuestros alumnos, nuestros hijos espirituales. Que seamos todos merecedores de criar hijos y alumnos fieles a nuestro padre Iaacob y al Di-s de Israel. Amen.