¿Cómo es posible que tras 210 años de esclavitud en un medio ambiente extraño los judíos dejaran Egipto como Rubén, Simon, Levi, y no "Ramses" o "Potifar"? El secreto está en la forma en que entraron a Egipto al principio: "Estos son los nombres de los Hijos de Israel que vinieron a Egipto… Reuven, Simon, Levi, etc.…."

Cuando los judíos llegaron a Egipto, una tierra cuya forma de vida y actitud general era completamente opuesta a la de ellos, el primer paso vital fue asegurarse que los hijos no olvidaran quienes eran y quienes eran sus padres. Siempre debían saber y recordar que eran los Hijos de Israel, niños judíos, descendientes de Abraham, Isaac y Jacob, de Sara, Rebeca, Rajel y Lea Debían aferrarse a sus nombres judíos con orgullo, su conducta diaria debía identificarlos inmediatamente como niños judíos, como un Rubén, un Simon, un Levi y un Judá.

Tal orgullo sólo puede ser instilado por una educación judía profundamente arraigada, que imbuye al niño con la fuerza de carácter para permanecer como una persona separada, única y distinta, a pesar de las duras condiciones del exilio egipcio. Esta educación construye una fuerza interior y provee la seguridad de que dejaremos Egipto con todos nuestros hijos intactos, con hijos e hijas orgullosos, intensa y completamente judíos.

La Torá eterna proclama un mensaje aun más relevante para todas las épocas y todas las tierras —un mensaje que es particularmente pertinente e importante en nuestros días y en esta tierra. La supervivencia del pueblo judío, la unidad del hogar judío, y la garantía de que nuestros hijos seguirán siendo judíos orgullosos y concientes, depende completamente de una verdadera y completa educación de Torá sin compromisos y sin dilución