La primera hora de la mañana del 3 de Tamuz de 5754 (12 de junio de 1994), el alma del Rebe ascendió a las alturas, dejando huérfana a una generación....
Durante 93 años el Rebe vive en nuestro medio, y virtualmente cada charla que dio, cada letra que escribió y cada directiva que emitió, el tema, el saludo final y la meta era la venida de Mashiaj y el logro de la Redención.
No se puede levantar un edificio duradero usando ladrillos a medio hornear. No se puede armar un reloj exacto a menos que cada uno de sus componentes primero haya sido trabajado con precisión. Y parecería que tampoco se puede armar un mundo perfecto a partir de individuos imperfectos.
Vemos en el Rebe el Moisés de nuestra generación. Un verdadero líder judío que dedicó su vida luchando por la justicia, por el bienestar de cada integrante de su pueblo, como también por el de cada ser humano, independiente de su raza, color o credo.