El sexto Rebe de Lubavitch, Rabino Iosef Itzkak Schneersohn, fue desafiado una vez…
"¿Dígame, Rebe, cómo puede usted en estos días y tiempos, insistir todavía que la Torá es la pura palabra de Di-s? ¿No duda de que tantos críticos de la Biblia y hombres de ciencia desechen sus creencias?"
El Rebe respondió con una historia:
Un joven inventor ambicioso trabajó durante muchos años en un proyecto. Finalmente, escribió a su mentor, gran ingeniero bajo cuyo tutelaje él había estudiado, diciéndole que él deseaba presentarle su trabajo para la crítica de su maestro. El gran ingeniero le contestó que estaría en la ciudad natal del hombre joven en unas semanas, y que estaría más que contento en verlo y ofrecerle sus comentarios sobre la invención de su querido estudiante.
A medida que el día designado se acercaba, el joven aumentaba su agitación. Sentía que ésta era la prueba más importante de su carrera. Veía su invención como la máxima encarnación de su creatividad; la opinión de su mentor sería la culminación de sus éxitos.
Cuando se despertó esa mañana, supo que no iba a poder enfrentar el veredicto de su mentor. Dejó su proyecto en la mesa de estudio, junto con una nota en que le pedía perdón por su ausencia y le pedía a su maestro que pusiera por favor por escrito sus comentarios. Después de decirle a su esposa que dirigiera al ingeniero al estudio, dejó la casa y salió a la calle.
Era tarde ya cuando volvió a su estudio. Tan pronto como miró hacia la mesa, lanzó un grito y se derrumbó en su silla. Su esposa, apresurándose al lado de su marido, lo encontró blanco como una hoja de papel y con una mirada de desesperación absoluta en sus ojos. En la mesa estaba el proyecto de su invento, tachado de lado a lado con unas grandes líneas de tinta negra.
"Parece que se arruinó, ¿no?," dijo a su esposa. "¿Pero puedes volverlo a dibujar de memoria?"
"¿Dibujarlo de memoria? Cada línea en ese diagrama está grabada en mi mente. Yo puedo dibujarlo en mi sueño. ¿Pero ése no es el problema, no?"
"¿Entonces cuál es el problema?" preguntó la buena mujer.
"¡El problema es que el más grande ingeniero de la tierra ha tachado los últimos diez años de mi vida!"
"¿Tu maestro?"dijo la esposa del inventor. "Él envió un mensaje que no podía venir hoy. Lo que pasó fue que el gato se subió a la mesa y tiró el tintero."
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