La sección de Ekev de la Torá (Deuteronomio 7:12-11:25) abre con las palabras de Moshé a los hijos de Israel, "Y como consecuencia de que ustedes obedezcan estas leyes..."

Los comentarios se centran en el uso extraño de la palabra hebreo Ekev ("porque"). Varios ellos ven una alusión a la palabra Akeiv, "talón" (en hebreo, ambas palabras tienen la misma ortografía). ¿Qué significa que escuchamos las leyes de Di-s con nuestros talones?

Dicen los maestros del Jasidismo: No es suficiente que la mente entienda. Ni tampoco que el corazón sienta y las manos hagan. La persona entera debe estar "permeada" de Mitzvot. Al punto que los propios talones oyen y escuchan.


La cabeza es el líder reconocido del cuerpo. Pero cuando una persona entra a una bañera de agua caliente, la cabeza a menudo dudará. Son los talones que se zambullen y marcan el camino.

Rabi Sholom DovBer de Lubavitch usó esta metáfora para ilustrar las cualidades especiales del judío "simple". La cabeza puede ser más inteligente y más sofisticada, pero los talones aparentemente toscos y sencillos talones poseen una medida mayor de Mesirut Nefesh (auto-sacrificio). El judío simple puede no ser tan sabio o exitoso como el judío erudito, pero su fe y compromiso —quizás, por consiguiente—exceda aquel de sus hermanos más elevados.


Los cabalistas se refieren a nuestra generación como "los talones de Mashiaj."

El axioma de la historia es "los descendientes de las generaciones". Adam era "la obra de Di-s". Moisés habló con Di-s "cara a cara". Más tarde, los profetas lo escucharon en sus sueños y sus visiones. Lo mejor que los Sabios del Talmud podían esperar era una visita de Eliahu, el Profeta. Más tarde, los Sabios se describen como poseedores de "inspiración divina". ¿Y nosotros? Nosotros somos los talones, la generación más baja y espiritual del cuerpo de la humanidad.

Pero también esto: Somos "los talones de Mashiaj" porque somos la última generación del Exilio, la última generación de una edad en que Di-s se oculta de Su mundo, y la primera generación de la Redención, de un mundo que reflejará la bondad y perfección de su Creador. Somos "los talones de Mashiaj" porque, si escuchamos atentamente, podemos oír los pasos del próximo redentor, el sonido de sus talones golpeando nuestra tierra.

Y también: A pesar de—y debido a—nuestra bajeza, somos los talones de la historia, la base en la cual todo se apoya.


El Talmud (Bava Batra 58a) describe cómo Rabi Banaá entró en la Cueva de Majpelá en Hebrón donde están enterrados Adam y Javá. Él vio los talones del primer hombre que "brillaban como dos soles."